De recuentos y honestidad
Acabamos de terminar un año, el 2021, y comenzamos uno nuevo. Como suele pasar, estas fiestas y celebraciones vienen acompañadas de recuentos sobre lo mejor y lo peor del año que termina. Todos, o la mayoría de los medios de comunicación, hacen su repaso sobre lo que ha sucedido, los mejores momentos, los más impactantes, lo que perdurará en la memoria. Incluso algunas plataformas digitales nos dicen la música que más hemos escuchado durante los 365 días anteriores.
Esto nos hace, inevitablemente, hacer un pequeño ejercicio de memoria sobre lo que hemos hecho en este periodo de tiempo. Recordamos nuestros mayores logros, los mejores momentos vividos, y sin poder evitarlo, también posamos nuestra mente en los malos momentos, en la gente que extrañamos, en nuestras malas decisiones y en los problemas que nos han preocupado.
Por otro lado, el año nuevo nos impulsa a realizar propósitos para mejorar nuestras actitudes diarias. Sin duda, los más típicos son los relacionados con la salud: dejar de fumar, ir regularmente al gimnasio o abandonar otros hábitos perjudiciales. Pero también suelen encontrarse en nuestra lista aquellos propósitos que tienen que ver con nuestra salud financiera, como ahorrar o pagar nuestras deudas; o vinculados a deseos, como realizar más viajes en el año que comienza.
En realidad, ambos ejercicios, el de evaluar el año que termina y el de fijar propósitos para el año que empieza, son saludables, e incluso me atrevería a decir que necesarios. En el primer caso, es muy importante ver nuestras acciones de forma objetiva para poder descubrir errores cometidos, fortalezas que hemos desarrollado con el paso del tiempo, aprendizajes, y en general, extraer conclusiones sobre el pasado para poder aplicar todo lo que nos ha funcionado en el futuro.
Para poder establecernos objetivos, ya sea a corto, medio o largo plazo, necesitamos saber de qué herramientas disponemos y nuestro punto de partida, para a partir de ahí desarrollar planes que nos ayudarán a hacer realidad esos propósitos. Recordemos que nuestros objetivos deben cumplir con la estructura SMART:
Specific (específicos),
Measurable (medibles),
Attainable (alcanzable),
Relevant (relevante) y
Timely (en un plazo de tiempo determinado).
Siempre que nuestros objetivos cumplan con estas cinco características, podremos determinar si los hemos cumplido o no.
Pero antes de ver si lo que queremos conseguir se adapta a este modelo, necesitamos la característica más importante de todo el proceso: la honestidad. Si no somos honestos respecto a nuestras virtudes, carencias, fortalezas y debilidades, difícilmente podremos determinar qué áreas tenemos que mejorar para poder lograr lo que nos propongamos. La verdad duele, suelen decir, y en este caso es cierto, pero si no somos capaces de enfrentarla, no podremos conseguir progresar y aprender de nuestros errores.
Por otro lado, si los objetivos que nos planteamos no están sujetos a la realidad, es imposible conseguirlos. Si queremos, por ejemplo, bajar de peso, pero no estamos dispuestos ni a realizar ningún esfuerzo físico ni a modificar nuestra alimentación, probablemente después de un tiempo nos encontremos frustrados por la falta de resultados. Podremos engañar a los demás diciendo que hemos modificado nuestra conducta, pero intentar engañarnos a nosotros mismos es imposible. Cada uno sabe realmente hasta dónde está dispuesto a esforzarse para conseguir un objetivo. Estos ejercicios de honestidad nos ayudarán a crecer personal y profesionalmente.
Feliz 2022 a todos los lectores, que puedan conseguir todos sus objetivos, o si no, al menos que logren los mayores aprendizajes posibles.