#ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO
- El viernes último se cumplieron 54 años de la muerte de quien fuera considerado el precursor del toreo moderno Juan Belmonte García.
Estimados amigos, saludándoles con el afecto de siempre a través de este espacio de Plaza Juárez. Es Juan Belmonte García uno más de los inexplicables casos de Matadores de Toros, que después de haber desafiado y burlado infinidad de ocasiones a la muerte frente a los bureles muere alejado de los ruedos y en circunstancias por demás trágicas; la tarde del 8 de Abril de 1962, a los setenta años de edad decidió poner fin, por propia mano, a su vida en su finca de Gómez Cerdeña,
Sobre este hecho se tejieron las más diversas e inverosímiles versiones; que muy enfermo de ateroesclerosis y ante el paulatino deterioro de su físico, después de haber mandado encerrar una vaca vieja y fuerte la lidio, para al final retirarse a la soledad de su despacho y descerrajarse un tiro. Que lo que lo llevo a la fatal determinación fue el amor de una joven mujer de la que estaba muy enamorado.
La verdad de su decisión se la llevó a la tumba, pero cualquiera que haya sido, indudablemente, fue producto de su recio carácter, carácter que lo llevó a las más inconmensurables alturas del Toreo.
Juan Belmonte García “El Pasmo de Triana”, nació en el Barrio Sevillano de Triana el 14 de abril de 1892 de origen sumamente humilde estaba llamado a trascender como el revolucionario del toreo, considerado el padre del toreo moderno, y que al lado del también sevillano José Gómez Ortega “Joselito” y el mexicano Rodolfo Gaona escribieron gloriosas páginas de la época dorada del toreo de principios del siglo pasado.
Si bien es cierto que Joselito y Gaona tenían la facultad de poderles a todos los toros, además de ser extraordinarios banderilleros, fue Belmonte, carente de facultades físicas, el que fijó los pies en la arena en una época en que se toreaba por piernas, procurando quitarse del viaje natural de los astados como dictaba la Tauromaquia de Lagartijo “o se quita Usted o lo quita el toro” , sin embargo Juan Belmonte se queda quieto y hace que el toro se desplace en torno suyo quebrando la cintura y alargando los pases de muleta, sacando la muleta por debajo del pitón y no por encima como entonces se estilaba.
Belmonte comienza practicar su innovadora forma de torear cuando lancea con el capote, para rematar los lances ejecuta la media verónica muy quieto desmayando la mano de salida y dando un leve giro obligando al toro a realizar un semicírculo en torno al diestro que hundiendo el prominente mentón en el pecho salía despaciosamente hacia el lado contrario del viaje de la res.
Eso mismo lo realiza posteriormente con la muleta concibiendo una nueva manera de realizar el toreo, lo que algunos detractores, a lo largo de la historia le han negado al “Pasmo de Triana”.
Sin ningún antecedente taurino en su familia Belmonte se inicia en el toreo lidiando reses por las noches, “haciendo la luna”, en las dehesas de que pastaban a orillas del Guadalquivir, se presentó vestido de luces en Elvas, Portugal en 1908, logrando un triunfo y al poco tiempo ya alternaba con novilleros punteros, en 1912 alcanza un triunfo significativo en Valencia y posteriormente se presenta en su Sevilla, su comparecencia en Las Ventas de Madrid fue acogida con gran interés por su peculiar estilo de hacer el toreo.
El 16 de septiembre de 1913, toma la alternativa en Madrid de manos de Machaquito, con el mismísimo Rafael Gómez Ortega “El Gallo” de testigo, alcanza grandes y constantes triunfos, siendo el más trascendentes de ellos la tarde del 21 de Abril de 1914 cuando alterna por primera vez con “Joselito” con un encierro de la legendaria vacada de Don Eduardo Miura.
En 1919 llegó a torear 109 corridas, record que prevaleció hasta 1970, en que fue superado por Manuel Benítez Pérez “El Cordobés”
En su carrera Belmonte estoqueó alrededor de 1400 toros, actuando siempre con pundonor y valentía, valor que los más grandes toreros le reconocieron, se cuenta que Rafael Guerra Bejarano “Guerrita” decía “el que quiera verlo, debe darse prisa”, porque se pensaba que por lo cerca y ceñido que toreaba cualquier día lo iba a matar un toro.
Pepe Alameda (Carlos Fernández y López Valdemoro) expresó de Belmonte “toreó más cerca y templado que sus predecesores” sin duda, como lo hemos señalado antes, Belmonte ciño el toreo y el Trianero expresaba que aparte de las cuestiones técnicas “lo más importante en la lidia es el acento personal que en ella pone el lidiador. Es decir, el estilo. El estilo también es el torero. Se torea como se es. Esto es lo importante: que la íntima emoción traspase el juego de la lidia; que el torero, cuando termine la faena, se le salten las lágrimas o tenga esa sonrisa de beatitud, de plenitud espiritual que el hombre siente cada vez que el ejercicio de su arte, el suyo peculiar, por íntimo y humilde que sea, le hace sentir el aletazo de la divinidad”. Ahí queda eso.
Por ahí nos vemos ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO sin Dios lo permite.