El motor invisible
En casi todos los hogares de México lavar, planchar, cocinar y demás tareas “del hogar “, tienen rostro femenino, estas actividades regularmente son atribuidas a las mujeres, dado que de manera consuetudinaria se asume que el trabajo de los cuidados y el aseo es responsabilidad de nosotras, incluso existe una romantización, pero esta situación no es inamovible.
Sin bien, las mujeres nos hemos incorporado al mercado laboral, con condiciones desiguales de empleo, con brechas salariales importantes, casos no menores de acoso y tratando de conciliar la vida familiar y de trabajo, lo cierto es que un alto porcentaje de hombres, no han tomado la responsabilidad de cuidados y limpieza, incluso existe una devaluación en el reconocimiento social, del tiempo y trabajo de estas actividades requieren.
Ante este panorama, emergen incipientes esfuerzos por reconocer que estas tareas tienen un impacto directo en las economías de los hogares y por ende del país. Al respecto, de acuerdo con la Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares de México, 2019 publicado por INEGI en ese año el valor económico del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados registró un nivel equivalente a 5.6 billones de pesos, lo que representó el 22.8% del Producto Interno Bruto del país, a números llanos la quinta parte del PIB la sostienen millones de mujeres cuyo trabajo es desvalorado e invisibilizado.
Estas cifras previas a la contingencia sanitaria, reflejan la importancia económica del trabajo no remunerado de las mujeres, mismo que a raíz de la pandemia estos se vieron incrementados, con una presión mayor, dado que el tema de la limpieza de todas las superficies como un sistema de protección se agudizó, de igual forma, el esquema del trabajo en casa borró las fronteras del trabajo remunerado y no remunerado ampliando las jornadas de trabajo a limitar el tiempo mínimo para dormir.
Con la pandemia, los trabajos domésticos y de cuidados con mucha probabilidad incrementaron de manera exponencial, con la atención a las personas que se enfermaron o las que tuvieron un mayor método de prevención dada las comorbilidades, y en cuanto a la limpieza en miles de hogares, se implementaron protocolos de protección que entre otras cosas implicó desinfección de cada producto comprado, desinfección de prendas de vestir al salir de casa (lo que incrementó la ropa que lavar), elaboración de alimentos para todos los miembros de la casa.
Aun sin salir de la emergencia sanitaria, es necesario mirar, reconocer e ir modificando la concepción que el trabajo del hogar y de los cuidados es exclusivo de las mujeres, es fundamental crear la conciencia de la corresponsabilidad y que las maneras de cohabitar espacios sean más dignas para las mujeres.
Es urgente que el trabajo doméstico y de los cuidados dejen de ser el motor invisible de las economías de los hogares y del país, para tener una significancia material en el respeto y el derecho al descanso, a la remuneración y como elemento mínimo al agradecimiento.