Nadie tan urgido de una verdadera oposición, como el propio Presidente
¿Para qué cambiar una estrategia anti Covid en el país, que está por llegar a los 500 mil muertos (lo que hace evidente su ineficacia), sólo porque apareció Ómicron? Si, pase lo que pase, crezca y crezca el número de difuntos, no habrá ninguna respuesta real de la oposición política al presidente López Obrador; oposición más preocupada por salvar el pellejo ante la enorme cola que le puedan pisar.
Porque ni Ómicron, ni Sigma, ni Tau, ni Épsilon, vaya pues que ni Omega, harán cambiar al gobierno de la 4T su forma de atender la pandemia, y mucho menos la certeza de que ha sido la nación en todo el mundo, que mejor ha actuado, con todo y el pequeño detalle de que casi medio millón de mexicanos han fallecido.
El problema de todo este país de las maravillas y sus consejos apresurados, radica en que los principales personajes de los partidos políticos opositores a Morena, incluso algunos considerados aspirantes presidenciales, decidieron que lo mejor “para llevar la fiesta en paz”, era aceptar el infausto destino del que observa, y con todo y saber que todo conduce a un desastre, callar, callar y callar porque de otro modo la ley le caería encima. Y como no hay quien pueda tirar la piedra por estar libre de pecado, mejor guardarla para otra ocasión.
¿Cómo estarán las cosas que los principales antagonistas del poder presidencial, al menos hasta el momento, son un ex conductor del noticiario matutino de Televisa, y un payaso que algún tiempo se prestó también a montajes y tareas para exhibir a los que hoy tienen el poder en sus manos?
Sin embargo, todos lo sabemos, la verdadera oposición es en el terreno de la política. El periodismo ni hace revoluciones ni derrumba gobiernos. Si acaso despierta la conciencia de una ciudadanía que hoy, pese a todo, se mantiene embelesada con el inquilino del Palacio Nacional, dispuesta a perdonarle todo, porque los hizo visibles luego de ser invisibles por siglos enteros.
Porque, habrá que precisarlo, no todo en el gobierno de AMLO puede considerarse negativo, aunque sí un mucho preocupante por la acumulación de poder en sus manos y los militares que tarde o temprano pueden sentirse tentados a tomar de manera directa las riendas de México. Porque si nadie puede hacer obras más honestas y pulcras que ellos, luego entonces, qué les dura asumir la obra de reconstruir al país.
Visibilizar a los eternamente invisibles de una sociedad como la mexicana, con becas y pensiones al por mayor, pese a la furia de quienes aseguran se mantiene a zánganos sin provecho, es abrir en tantísimos años, la posibilidad de que jóvenes condenados a la miseria eterna encaucen sus capacidades para ser los que tengan las oportunidades. Muchos no lo lograrán, pero algunos sí, y con esos algunos la acción vale la pena.
Pese al anacronismo histórico con que se vive esta 4T, pese a las manías por hacerse de más poder, de dar por hecho que debe quedarse con éste porque de lo contrario los enemigos harán trizas lo que ha hecho. Pese a todo, lo más preocupante es la enfermedad que produce no contar con una oposición digna, real, con la solvencia moral y jurídica (es decir que no puedan ser presa de una acción relámpago de la UIF), para poder levantar la voz y hacerle entender al jefe de la nación que no es Dios, que no es un Semidiós, y que tampoco está en vías de convertirse en un mito.
Nadie agradecería en un futuro no lejano ese favor, esa posibilidad de devolverlo al mundo de los simples mortales, que el propio presidente.
Mil gracias, hasta mañana.
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@JavierEPeralta