Violencia…
Hablar de la violencia es hablar de un mundo en el que, sin duda, todos tenemos un punto de vista, bien puede ser de condena, bien puede ser de justificación, todo depende del lugar en que queramos ubicarnos o del papel que juguemos en el sistema, todo será según el cristal con que se mira. La violencia se está dando de manera recurrente en todo el país y por diversas causas, violencia sin razón, aunque no faltan los mentecatos que ponen al frente la razón de la violencia.
La violencia en México se percibe, se huele, se ve día con día en todos los medios, en todos los lugares, en todas las cosas; a las nuevas generaciones de ciudadanos se les está inyectando un embrión de violencia y recelo; se les hace dudar de todo lo aprendido, pues se les enseña que debemos vivir en comunidad y saliendo de la escuela o de la casa, lo primero que observan es una permanente lucha en la selva de asfalto.
Estamos forjando mexicanos con carácter riesgosamente agresivo, hostil y desconfiado; y no me refiero solamente a la delincuencia o la inseguridad pública, se trata de una violencia constante del medio que nos rodea y resulta cada vez más incompatible con los fines humanitarios que nuestros padres y abuelos alguna vez nos inculcaron.
Esta violencia recurrente no se ha dado por generación espontánea, o porque exista una predestinación que nos haya arrastrado a este estado de cosas; la violencia tiene muchos orígenes y la mayoría de ellos son previsibles, pero todavía no hemos hecho gran cosa para su prevención, al contrario, cada día le ponemos nuestro personal granito de arena para alimentarla, para engordar aún más a ese animal violento y hostil que terminará por devorarnos.
Muchas veces le echamos la culpa a nuestra situación económica, en cierta forma influye, pues la paz o la guerra comienzan en el hogar, por ello es importante reflexionar que un alto porcentaje de los hogares mexicanos presentan algún tipo de carencia o necesidad básica insatisfecha; los problemas económicos abruman a estos hogares mexicanos, los fenómenos sociales negativos se multiplican y cada día la situación se tensa, los padres invierten la mitad de su día en buscar el sustento familiar, y la otra mitad en lamentarse por no encontrar lo suficiente para ello, este lamento se puede convertir en violencia con cualquier pretexto y de ello se aprovecha la delincuencia para enganchar a desesperados.
También la política se ha vuelto cada día más violenta y ello da un pésimo ejemplo a la juventud; corrupción galopante, gritos teatrales e improductivos en las cámaras, campañas políticas sucias y agresivas, asesinato de activistas; todo ello provoca que se le esté esfumando la credibilidad a la política, pues los golpes bajos se han vuelto un modus operandi en su ejercicio. Por eso, hoy día muchos mexicanos desconfían de todo y de todos.
¡Y qué decir del daño que nuestra irracionalidad está provocando a la naturaleza! Nuestro país está siendo vulnerado por sus propios habitantes, llámese autoridades, llámese ciudadanos, en este barco estamos todos; hoy día se padece de grandes desastres que paulatinamente van sangrando al país, como la contaminación del aire; contaminación del agua en la que los mantos acuíferos, ríos o mares y lagunas sirven como descarga de las aguas negras; ruido infernal, extinción de especies, desaparición de bosques y selvas, etc., etc.. Aquí queda clara la violencia que nosotros ejercemos contra la naturaleza, pues cuantas veces hemos visto a niños o jóvenes colgándose de los árboles hasta romperlos y sus padres no hacen nada para evitarlo; consciente o inconscientemente, estamos fomentando la extinción de nuestro ecosistema.
La violencia recurrente que por ser cotidiana nos ha hecho perder paulatinamente nuestra capacidad de asombro, los secuestros, asesinatos, ajuste de cuentas, violaciones, violencia intrafamiliar, asesinos en serie, ¡uff!, todo ello es buen alimento para nuestro espíritu de fin de semana.
Este estado de cosas genera ciudadanos cada vez más violentos y propicia que se enrarezca el ambiente social; a las nuevas generaciones no debemos acostumbrarlas a la violencia, sino a la convivencia, enseñarles con el ejemplo que únicamente con el derecho es como vamos a hacer posible el crecimiento social sano, no hay más, todos debemos trabajar para lograrlo, quedarnos con los brazos cruzados es una forma de sumisión a la violencia y ese es un riesgo que no nos podemos permitir
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.