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Omar Fayad: una fuerza inusitada

El Comité Ejecutivo Nacional del PRI sabe que no puede ni debe caer en la tentación de querer imponer, ni unidad ni candidatura alguna al gobierno de Hidalgo, por la simple y sencilla razón que ni tiene el poder necesario para hacerlo, ni la realidad del país responde a esos tiempos en que la voz del partido era la del presidente de la República.

Sin embargo, de esta tentación también debe abstenerse el gobernador del Estado y el Comité tricolor estatal que responde a sus designios, porque condenarían por adelantado al Revolucionario Institucional a una derrota contundente en los comicios gubernamentales del año próximo.

“La unidad no se va a construir en las cúpulas, no se dicta desde la decisión del primer priísta (el gobernador), ni desde el Comité Nacional ni del Comité Estatal. La unidad se construye en nuestras estructuras, se construye desde la inclusión, con diálogo, ánimo, pasión, y con el deseo de que a nuestro partido le vaya bien”, dijo Omar Fayad al participar como orador en el evento masivo (muestra de músculo tricolor) en rindió protesta la nueva dirigencia priísta en la entidad, encabezada por Julio Valera.

En uno de sus discursos políticos más importantes de toda su carrera política, el mandatario hidalguense hizo un llamado a celebrar el “Pacto de unidad, lealtad e institucionalidad a nuestro partido, porque estamos unidos para la batalla electoral que viene”.

Flanqueado por los dos más serios aspirantes a la nominación tricolor: a su mano izquierda, la diputada federal, Carolina Viggiano, acompañada por el líder nacional del tricolor, Alejandro Moreno; a su derecha, el alcalde Mineral de la Reforma, Israel Félix, flanqueado por el ex gobernador Miguel Ángel Osorio, el gobernador Fayad lanzó un discurso que ameritó poca interpretación para saber a quién iba dirigido y cuáles son y serán los elementos básicos para la definición de la candidatura priísta.

Ningún elemento escenográfico se dejó a la improvisación. Cada invitado ocupó su lugar asignado no por el azar, sí en cambio por un entendedor profundo del signo de lingüístico de Saussure, para unir el significante y el significado en un acto casi de magia.

Parece ocioso anotarlo, pero en un tiempo que la figura del Primer Priísta de la Nación ha dejado de existir, la del Primer Priísta del Estado cobra una fuerza inusitada si al cierre de su mandato constitucional puede presumir, con hechos, que ha logrado cumplir buena parte de sus compromisos, y también cimentar una relación de colaboración y respeto con un Presidente de la República, emanado de un partido que no es el suyo, y que además trata con sincero desprecio y desconfianza a mandatarios tricolores.

No es aventurado señalar que prácticamente en cualquier escenario, Omar Fayad será la única garantía real para que el aspirante perdidoso en la carrera por la candidatura, no ponga en marcha una guerra intestina de venganza, y lleve a una derrota total y contundente al PRI en tierras hidalguenses.

“Lealtad, compromiso e institucionalidad”, son los tres requisitos que exigió a los dos más serios aspirantes a la nominación, porque, dijo, es en la adversidad cuando se demuestra quién es de una sola pieza.

Mal hará sin embargo quien haga su interpretación muy personal de lo dicho por el gobernador, y decida empezar a realizar actos triunfales por sentir que todo fue un homenaje de “destape” a su persona, porque no solo perderá en automático la eventual candidatura, sino atentará contra el postulado más importante planteado por el mandatario hidalguense: “Somos un partido que no se divide”.

En tanto seremos testigos en las siguientes semanas si las estructuras del PRI lograron acatar la inclusión, el diálogo, el ánimo y la pasión con el único deseo que le vaya bien a su instituto político, y no a una persona en lo particular. 

Veremos.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta