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RELATOS DE VIDA

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RELATOS DE VIDA

Quiere, pero no puede

En una pérdida, el proceso de duelo integra diferentes etapas según los especialistas, inicias con la negación, continuas por la ira, avanzas a la negociación, sigues con la depresión y concluyen con la aceptación, en donde por fin aprendes a soltar y dejar ir.

Pero para Lucía, pese a que las etapas las tenía aprendidas de memoria al visitar a diferentes psicólogos que le ayudaban a superar su dolor, se aferraba a mantener el sufrimiento y argumentaba “acepto, pero  no lo puedo soltar”.

Se resistía a dejar ir, y más con las fechas que se acercaban, aquellas dedicadas a los fieles difuntos, en donde los recuerdos de los que se adelantaron están más vivos encendidos que en otras temporadas. 

Lucía había pérdido a su abuelo hace un año, un cáncer de próstata acabó con su existencia y ella no pudo alcanzarlo vivo, una semana antes del fallecimiento se fue de vacaciones con unas amigas al caribe, y aunque tomó el primer avión, luego de que le avisaran de la gravedad del estado de salud de su abuelo, ya no lo pudo ver y la situación generó culpabilidad.

En estos últimos días, los recuerdos de su abuelo aparecen constantemente: al tomar café con pan, al escuchar música, incluso al dormirse, memorias que se entremezclan con el consejo de la terapeuta: “déjalo ir, déjalo descansar”.

Con la fatiga mental y el inevitable cansancio físico que esto provoca, llegó a casa temprano y fue directamente a su cuarto a dormir, quedó tan perdida que durmió más de 10 horas, hasta despertar abruptamente y con lágrimas.

Pese a las lágrimas, estaba llena de alegría, así que se dio un baño y se arregló para salir apresuradamente al consultorio de la terapeuta, en cuanto ella abrió, Lucía la abrazo fuertemente y agradeció: “lo dejé ir, vino a verme en sueños, me dijo que estaba bien, que me amaba y que ya no lo chingara, que lo soltara para poderse ir a descansar”.