Home Nuestra Palabra Carlos Barra Moulaín De la personificación a la despersonificación de la política

De la personificación a la despersonificación de la política

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HOMO POLITICUS   

 

El proceso electoral que se vive en este 2016, nuevamente, ratifica la personificación de las estructuras políticas, que en los candidatos encuentra rostro social.

 

Pero, ¿Por qué las contiendas electorales e incluso el ejercicio gubernamental se personifica?, la respuesta tiene más de una variable, pero es necesaria conocerla.

 

La despolitización de la ciudadanía ha sido una constante en México, sus causas no son, necesariamente, una estrategia de la clase en el poder para allanarse el camino del control social. Es evidente, que la ciudadanía no emerge desde la edificación de una conciencia política sobre qué papel le toca jugar para encausar las tareas de la esfera pública, ni se organiza, en su mayoría, desde una propuesta ideológica frente y con el ejercicio público.

 

Es en este escenario donde el caldo de cultivo para que surjan los liderazgos mesiánicos, los carismáticos e inclusive, se afiancen liderazgos autoritarios ampliamente personificados. Por ello, resulta frecuente que los ciudadanos expresen “con este candidato si lograremos estar representado”, “este candidato si concretará nuestras demandas”; todo se centra en la personificación del poder, cuando los sistemas parlamentarios de representación se ajustan a leyes y protocolos administrativos que disminuyen las posibilidades de personificación, es decir, nadie dirige al gobierno con una batuta como lo hace un director de orquesta.

 

La empatía sobre los candidatos por parte de la ciudadanía es más impactante que sus propuestas; pocos son los ciudadanos que leen y confrontan las plataformas electorales de partidos y candidatos; menos aun los que militan en un partido y, muchos menos, los que entienden los alcances sociales de influir en el ejercicio de gobierno.

 

Por ello, a nadie le quepa de extraño el hecho de que los ciudadanos seguirán votando,- los que lo hagan, porque el abstencionismo es evidente-, por el personaje que les genere mayor empatía, esto es ampliamente demostrable.

 

¿Cuándo los ciudadanos influirán en la toma de decisiones de la esfera pública sin que para ello consideren que la única vía es un partido político y un candidato?