
A escasos kilómetros de la capital de Hidalgo, Pachuca, y pegado a la ciudad de Actopan, se encuentra Nijamay dentro de la comunidad de Plomosas, una localidad ubicada en la montaña en la cordillera que comunica con la Sierra de Metztitlán.
Un santuario, que se ha convertido en el emblema del “Territorio Puma”, el cual forma parte del corredor biológico, con más de 23 mil hectáreas destinadas para la preservación del Puma Concolor.
Para llegar, debemos recorrer escasos 15 minutos en automóvil desde el centro de la ciudad de Actopan, tomando la carretera La Estancia-Plomosas, de ahí, descender por un camino de terracería que nos comunica con la casa de Martín Chavarría Cruz, quien junto a su esposa, Griselda Campero Olguín, crearon desde el 2019, este desarrollo turístico amigable con el medio ambiente, enfocado a la conservación y el disfrute de la naturaleza.

Se trata de un desarrollo turístico único, nos platica Martín, donde se aprovecha su ubicación, clima, paisajes y sin modificar el entorno, pero sobretodo, para promover la conservación del puma, vecino que desde el 2017 aumentó su presencia en la zona y lejos de ser temido, se ha convertido en la bandera y en el orgullo de esta montaña, cuyas localidades recobraron su nombre en el mapa.
Martín nos explica que los avistamientos del puma se acrecentaron en 2017, pues luego de las gestiones realizadas, se confirmó la presencia de este felino de gran tamaño y se comenzó con un proceso de capacitación que permitió a los pobladores, adoptarlo como parte de las comunidades.
Para 2019, se confirmó que la familia de pumas había crecido y para estas fechas, el avistamiento de más cachorros se ha ido haciendo común. Incluso, durante las noches, es posible escucharlos, además que nuevamente se han registrado algunos ataques a animales de compañía, principalmente.
Nijamay se ha convertido en un sitio ideal para recorrer estas cañadas y con suerte, encontrar huellas del puma, que gracias a la humedad de la tierra por la temporada de lluvias, son visibles cerca de la ribera del arroyo y en la cueva que se ubica cuesta abajo y a la que es posible acceder caminando.
No solo es el puma, los primeros despuntes del sol, nos permiten disfrutar además de la enorme variedad gastronómica que nos ofrece este desarrollo. Griselda Campero, esposa de Martín, nos muestra sus creaciones y como protagónico, la salsa “Nijamay”, hecha a base de nuez criolla y el té de toronjil.
Los sabores son variados, los platillos orgánicos son el orgullo de esta cocinera tradicional, cuyo sueño era ser chef y la ironía de esto, es que lo es, una extraordinaria creadora de oferta culinaria única.