De feminismo y pandemia
A raíz de todo lo que ha sucedido en los últimos meses, parece muy lejano aquel 8 de marzo de 2020, en el que más de 80 mil personas, en su gran mayoría mujeres, salieron a las calles de la CDMX para protestar por, entre otras cosas, la gran cantidad de feminicidios ocurridos en nuestro país, cada vez más al alza. No fue la única acción realizada ese día: casi en todos los estados de nuestro país hubo protestas similares.
Al día siguiente, 9 de marzo, se convocó a un paro nacional de mujeres: la idea era demostrar que, si ellas paraban, el mundo también lo hacía. Era, por una parte, una manera de concientizar a los hombres sobre la importancia de las mujeres en la vida cotidiana, y a su vez, hacer un ejercicio sobre qué pasaría si faltara alguna de las mujeres de nuestro entorno, que, al final es lo que sucede cada vez que asesinan a una de ellas. Este paro nacional acarreó unas pérdidas económicas estimadas en 1,200 millones de dólares.
Parecía que la sociedad comenzaba a, por fin, tomar medidas ante estos asesinatos a mujeres que vienen sucediendo durante años sin que nadie ponga remedio. Evidentemente, antes de esos días, ya se habían realizado muchas manifestaciones, protestas, marchas, performances, eventos, charlas y miles de formas diferentes que habían encontrado las mujeres para poner en el centro del debate público esta problemática, pero la respuesta nunca había sido tan masiva como en ese ya lejano marzo de 2020.
Pocos días después, el 14 de marzo, el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, recomendó, durante la rueda de prensa realizada todas las mañanas desde Palacio Nacional, suspender las actividades no esenciales de los sectores público, social y privado a partir del lunes 23 de marzo de 2020. Esta es, quizás, la primera medida drástica tomada por el gobierno de México para intentar frenar el avance de la pandemia por COVID-19, aunque ya se tenía constancia de casos por esta enfermedad días antes.
La aparición de las restricciones impuestas por la pandemia hizo que cayera en el olvido de los grandes grupos de comunicación toda la repercusión lograda por las protestas de las mujeres. Además, como hemos visto a largo plazo, ellas son las mayores perjudicadas socialmente. Por un lado, al ser, culturalmente, las encargadas de los cuidados del hogar, este trabajo se ha incrementado por las restricciones de movilidad. Muchas de las tareas de casa, como cocinar, limpiar, planchar, han incrementado su volumen al pasar más tiempo en casa. Lo que no se ha incrementado en la mayoría de los casos ha sido el reparto de dichas tareas.
El tema se complica más aún con la presencia de niños en casa. Así, después de un curso de clases virtuales, en su mayoría han sido ellas las que han tenido que renunciar a sus empleos o buscar alguna forma de conciliar para poder mantenerlos. Esto sin hablar del esfuerzo físico y psicológico que conlleva tener bajo tu responsabilidad a uno o más niños durante las 24 horas del día.
También se ha incrementado durante 2020 el número de mujeres asesinadas: 18 cada día. Muchas se vieron obligadas a confinarse con sus maltratadores, incrementándose la violencia machista un 40%. Así, de enero a mayo de 2021, 13,631 mujeres han tenido que huir de sus casas.
Sí, la pandemia nos ha afectado a todos, pero a las mujeres mucho más que a los hombres.