Home Cultura Harper Lee murió en un Estados Unidos donde el racismo sigue vivo

Harper Lee murió en un Estados Unidos donde el racismo sigue vivo

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Quizás se haya ido con un sabor amargo Harper Lee. Ayer, a los 89 años, murió la autora de Matar a un ruiseñor, una novela que le dio fama, ventas y un Premio Pulitzer en 1961. Pero el Estados Unidos racista que describió sigue ahí.  Harper Lee murió en la residencia de Monroeville, Alabama donde vivía hace años, protegida de sus fans y escondida de una fama  que la alcanzó inesperadamente y con la que nunca se sintió cómoda.

 

La novela, que vendió 30 millones de ejemplares desde su publicación en 1960, y que se convirtió rápidamente en un clásico de la literatura estadounidense, retrata tres años en la vida de Maycomb, un pueblo imaginario del sur de los Estados Unidos, durante los años 30, época de recesión económica y conflictos raciales. La historia se centra en el juicio a un hombre negro acusado falsamente de haber violado a una mujer blanca. Los protagonistas de la historia son el abogado Atticus Finch, defensor del acusado – papel que interpretó en el cine Gregory Peck y por el que ganaría un Oscar– y Scout, su hija de seis años que es la narradora del relato y el alter ego de Lee, que también creció en un pueblo sureño y era hija de un abogado viudo.

Tras años de deseado anonimato, Harper Lee volvió a ser noticia el año pasado, cuando se anunciaba la publicación de Ve y pon un centinela, la secuela de Matar… que, a pesar de haber sido escrita con anterioridad, nunca había visto la luz. La historia transcurre 20 años después de Matar a un ruiseñor, en la misma ciudad, teniendo como transfondo los conflictos raciales de los años 50. Ahora, Scout, que vive en Nueva York, vuelve a su pueblo para encontrarse a un Finch que deja ver algunas conductas racistas, alejándose del abogado idealista, defensor de los derechos civiles de los negros.