El tango papal

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HOMO POLITICUS

Reconforta el hecho de que el Papa Francisco no haya venido a pasear o de manera decorativa, su visita es importante por la situación delicada que vive el país y debe sumarse a las condenas internas e internacionales sobre las inconsistencias que se viven.

 

El clamor de la injusticia en México, los contundentes estragos de una sociedad desigual que conmociona a propios y extraños, lacerando desde los pueblos originarios hasta los sectores marginados de la población; aunados a los problemas de inseguridad, violaciones a los derechos humanos y la consabida corrupción, generaron un reclamo papal que hizo retumbar a las estructuras gubernamentales.

 

Afortunadamente, la visita del Papa Francisco, no se convirtió en un carnaval orgiástico de empatías fallidas, sino, la misión de un ministro de paz, que no lo exime de la conciencia necesaria que como estadista debe presentar para denunciar las atrocidades del orbe. Lo destacada de esta denuncia, es que la hace desde luego mexicano, cuestión que convierte a esta visita pastoral, en una verdadera visita de Estado.

 

Reconforta el hecho de que el Papa Francisco no haya venido a pasear o de manera decorativa, su visita es importante por la situación delicada que vive el país y debe sumarse a las condenas internas e internacionales sobre las inconsistencias que se viven. En los hechos, la visita pastoral ha mutado hacia condiciones de política internacional, de hechos que deben ser repudiados y atendidos, cuestión que ha quedado abierto en las palabras de Francisco I.

 

Es verdad, la indignación que prevalece en la sociedad en materia de una realidad inaceptable, debe generar de una vez por todas, la aplicación estricta del Estado de Derecho, debe existir una reacción gubernamental que le devuelva al ciudadano la tranquilidad a la que tiene derecho y que es la obligación del ejercicio de gobierno procurarla.

 

Más allá de las implicaciones de esta visita pastoral, no nos podemos quedar cantando “el tango papal”, es necesario que la sociedad civil demande organizadamente la reestructuración de las condiciones de seguridad y oportunidades sociales que el Estado puede y debe generar, esta es una condición, que nada tiene que ver con los precios del petróleo o la devaluación del peso, las cuestiones de Estado en la procuración e impartición de la justicia, no sólo deben garantizar la integridad física de una sociedad, sino las oportunidades de aspirar y tener una vida digna dentro de la igualdad social.