OPINIÓN
POR: EL PEQUEÑO TIMMY
Se han convertido en lo que juraron destruir, el sistema los ha carcomido poco a poco y ellos como camarones que se duermen, se los ha llevado la corriente o mejor dicho sólo aprendieron a dejarse llevar por la corriente. Así el actuar de algunos diputados locales que se evidenciaron ayer en el Congreso Local en donde por cierto, todo parece indicar que el único legado que dejarán unos será la remodelación, con el color de su partido, de la Sala de Plenos.
El problema no es el color que dejan, creo que a más de uno le gustará limpiarse los zapatos con la alfombra color a PAN que acaban de colocar justo en el último año en el que el presidente de la Junta de Gobierno es el panista Asael Hernández Cerón, el problema es el costo que se haya generado por este cambio de color en el Congreso, mismo que pronto saldrá a la luz y que se sumará a una deuda de trabajo que los diputados de la 64 Legislatura dejan.
Sin embargo, lo que preocupa aún más, es que los diputados hayan ventilado los acuerdos que se buscaban establecer en “lo oscurito” a fin de que como moneda de cambio, los Morenistas dieran votos a favor a las iniciativas de los partidos de la minoría a cambio de votos a favor en temas de “gran interés”, cambalache que la diputada Roxana Montealegre denominó como “reciprocidad”.
Esa práctica de “te apruebo la tuya pero me apruebas la mía”, esté como esté, sepa a lo que sepa, huela a lo que huela, esté mal hecha o no, te interese o no, fue un mecanismo de negociación política que se ha utilizado en reiteradas ocasiones en los mundos de la cochina política que usted y yo, estimado lector, conocemos sólo por series que podemos ver.
Sin embargo, cuando se llega al poder y se jura acabar con este tipo de prácticas pero después vuelven a las mismas, mientras, los que antes eran tiranos opresores ahora se hacen las víctimas, nos dejan un mal, pero muy mal sabor de boca. Primero porque los que juraron acabar con este tipo de prácticas vuelven a utilizarlas y luego, porque los que mucho abusaron de este sistema ahora al ser minorías se hacen las víctimas.
La realidad es que en medio de esta lucha de poder, queda el trabajo que los diputados debieron hacer por el bien de los hidalguenses, trabajo primordial y por el que se les paga más que lo suficiente a los políticos chillones, sin escrúpulos, mezquinos, convenencieros, vende luchas, y cínicos que tenemos en Hidalgo.
Así es la porquería que se gesta en el Congreso y no se duda en que este tipo de situaciones se repliquen en otros poderes y dependencias públicas, donde el interés común queda reducido a una negociación por los actores que fueron impuestos mañosamente, para después decir que fueron “elegidos por el pueblo”, y de esta última pedrada no hay partido político que se libre porque si bien hay diputados que no fueron plurinominales, hay los que con toda la ignorancia del mundo demostraron que votaron siempre a contentillo de un patrón.
Que asco y que vergüenza da que eso que algunos llaman acuerdo o “reciprocidad” en democracia, sea realmente una negociación de propuestas que pueden dar resultados que beneficien a gran parte de la población hidalguense, que asco por el actuar de los recochinos políticos pero también, qué vergüenza de que además de recibir un sueldo que no merecen, negocien con intereses del pueblo para sacar raja política.
A unas semanas de que concluya la 64 Legislatura en Hidalgo, el tiempo se agota, les agarran las prisas, algunos hacen maletas después de haberse hecho maletas, y otros buscan trascender, aunque sea negociando votos a favor mediante el “si apruebas la mía, te apruebo la tuya”.
Así las cosas, ni a cuál de todos irles, los Morenos se transforman, aprenden de tanto perfil rancio, corrupto, convenenciero y vil que les metieron al partido, mientras la oposición se hace la víctima de lo que alguna vez hicieron. Hoy no hay partido político que esté “libre de pecado”, y desgraciadamente todos van cayendo al mismo lugar.
