Home Nuestra Palabra Prisciliano Gutiérrez MAS, SI OSARE UN EXTRAÑO ENEMIGO…

MAS, SI OSARE UN EXTRAÑO ENEMIGO…

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“Trata a tus amigos como si algún día

fueran a ser tus enemigos y a tus enemigos

como si algún día fueran a ser tus amigos”.

 

Luis Spota.

 

Los mexicanos tenemos un enemigo imaginario. Por obra y gracia de la costumbre y de la pereza para interpretar correctamente textos, que cantamos con mecánica solemnidad, tres palabras con diferentes funciones gramaticales (una conjunción adversativa, otra conjunción que denota condición o suposición y un verbo en futuro de subjuntivo) se integran en un sustantivo, que transmite la imagen de un terrible y extraño enemigo de la patria: Masiosare. (En realidad, mas, si osare; es decir: pero, si se atreviere.)…

 

Lo anterior pudiera no tener relación con el tema central de este artículo; sin embargo, el mensaje es claro: desde el principio de los tiempos, en todos los lugares, el ser humano considera enemigos, a todos los extraños; a todos aquéllos que no son como él, que no comparten su identidad… en pocas palabras, a quienes representan la “otredad” de que hablara Ikram Antaki.

 

La amistad es un valor y por lo tanto no puede existir sin su polo opuesto; negación que al mismo tiempo la afirma; esto es, la enemistad. En torno a estos dos conceptos, mucho han escrito filósofos políticos, religiosos, poetas… Las definiciones surgen, proliferan, se aplican, se utilizan, se dogmatizan, se olvidan…

 

Uno de los atributos más difundidos de la amistad es la desinteresada unilateralidad; esto es, ser amigo no garantiza a nadie la recepción recíproca. En sentido opuesto hay quien afirma que es “un camino de ida y vuelta”. Un folklórico ex gobernador de Hidalgo decía: “La amistad es interés. ¡Yo no tengo amigos pendejos!”.

 

Por otro lado existe la opinión, que comparto, en el sentido de exigir mayores requisitos a los enemigos que a los amigos. En sentido genérico, se puede ser amigo de todo el mundo, pero aceptar o dar una leal enemistad requiere el cumplimiento de amplios criterios de selectividad. Un enemigo sincero y declarado, es respetable. Los detractores insignificantes, abundan, pero no deben ensuciar el alma con el veneno del odio. Sería deseable terminar con todos los enemigos, la mejor manera de lograrlo es convertirlos en amigos.

 

El nacionalismo a ultranza ha provocado los peores conflictos bélicos de la historia; monstruosos holocaustos en busca del exterminio total del “otro”, del “extraño”. Aunque parecen inocentes, expresiones como la escrita en los caricaturescos y exagerados sombreros que usan los turistas para identificarse con nuestra nacionalidad ¡Viva México, Cabrones! Son agresiones a todos los demás pueblos de la tierra. En este contexto se inscribe la rabiosa reacción que recientemente expresó la Canciller venezolana, en contra de su homóloga en nuestro país, por las opiniones que expresó desde su elevada representación a la luchadora social Lilian Tintori en torno a la desesperada situación que vive la patria de Bolívar en materia de derechos humanos y de acceso a los satisfactores básicos por la crisis que provocaron los populistas Chávez y Maduro.

 

El espíritu de competencia es consustancial a la naturaleza humana. Lo mismo se encuentra en pequeños y amistosos certámenes que en las gigantescas conflagraciones armadas. Los grandes odios, las grandes guerras, surgen de las pequeñas diferencias.

 

Así, por ejemplo, las justas deportivas, desde las olimpiadas griegas hasta nuestros días tienen por esencia competir con alto sentido del honor, aprender a ganar y a perder con respeto al adversario, más allá de rencores y resentimientos. Cuando los deportes se contaminan por intereses económicos y trascienden la catarsis colectiva generan pasiones malsanas que son la negación misma de su origen primigenio.

 

En materia religiosa, los fundamentalismos pueden llevar al crimen, a la barbarie… Repetiré lo que alguien dijo en relación con este tema: “He visto a cristianos matar a otros hombres porque no quieren ser cristianos. He visto a musulmanes matar a otros hombres porque no quieren ser musulmanes. Pero no he visto a ateos matar a otros hombres porque no quieren ser ateos”. En este orden de ideas, “El Otro” siempre genera desconfianza aunque se defina a sí mismo como “Peregrino de la paz y de la misericordia”.

 

En la política, se reflejan todas las actividades humanas. En una democracia la lucha por conquistar el sufragio ciudadano es cotidiana, permanente, no solamente en los periodos propiamente electorales. Gobiernos, partidos y grupos diversos están en constante confrontación: unos por conservar el poder, otros por acceder a él. Las reglas del juego se dan dentro de la ley y fuera de ella. La línea divisoria entre amigos y enemigos es muy tenue; se sigue pensando en el viejo paradigma: “quien no está conmigo está contra mí”.

 

Siempre será deseable aprender a perder con humilde dignidad y a ganar con generosa actitud. El arte de la reconciliación, la búsqueda del interés superior, la salud colectiva, la magia del perdón, el olvido de agravios entre amigos y compañeros, nos llevará a la fortaleza colectiva. El verdadero adversario si está enfrente es respetable, si está dentro es execrable.

Febrero, 2016.