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Davos y el futuro de la movilidad urbana

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El tema de la movilidad urbana es, en efecto, una de las asignaturas más importantes para las ciudades en cuanto al reflejo de la calidad de vida de la población, pero sobre todo de su productividad económica y social.
La movilidad no solamente es primordial para la economía, sino es fundamental para humanizar el desarrollo.

Las ciudades día con día se siguen convirtiendo en imanes de migración rural. De acuerdo al análisis de Mckinsey, la mitad del crecimiento del PIB mundial entre 2010 y 2025 provendrá de 440 pequeñas y desconocidas —hasta hoy— ciudades de países emergentes.
La misma consultora señala que el crecimiento mundial anual en promedio de los últimos 30 años de los flujos de migración rural a las ciudades es de 65 millones de personas, esto equivale a incrementar la población urbana mundial de siete Chicagos por año.
Por esa razón, el Consejo Global del Foro Económico Mundial donde participa el Gobierno de la CDMX, publicó recientemente la Guía sobre el Futuro de la Movilidad Urbana.
La Guía destaca que aunado a las actuales tendencias de impulsar sistemas integrados de transporte o multimodales, la guía señala como uno de los elementos que mejorarán la movilidad del futuro, no sólo será el desarrollo de infraestructura urbana, sino el uso, uniformidad y sistematización del llamado Big Data —la información pública generada por la ciudadanía— para de ahí impulsar la creación de plataformas digitales que conectan las necesidades sociales y generan oportunidades colaborativas con la menor cantidad de recursos.
Asimismo, señala como una tendencia de financiamiento del futuro, la estrategia para incrementar el valor de bienes públicos o predios subutilizados atrayendo inversión de la ciudadanía para reciclarlos, creando asociaciones de inversión en espacios para mejorar la movilidad sustentable.
Ante la actual transformación económica de México y de sus ciudades, derivado de la caída de los precios del petróleo, y de los ajustes consecuentes al gasto público, es menester encontrar nuevos métodos de creación de riqueza e inversión pública sin generar deuda. Es tan grande la riqueza patrimonial de la Ciudad de México, que el endeudamiento ni la privatización, deberían ser las primeras opciones de financiamiento de infraestructura pública.
Un ejemplo exitoso es el sistema de autobuses de tránsito rápido (BRT) en la ciudad de Curitiba, Brasil. Donde un aparato público supervisa el funcionamiento del sistema y una empresa privada provee el servicio de los autobuses generando ingresos para ambas partes.
Los retos de la movilidad de CDMX, en el contexto de la llegada de una reforma política, deben llevarnos a planear a largo plazo la ciudad que deseamos, impulsando métodos de participación ciudadana directa. Por ello la creación de un Órgano de Planeación Urbana Metropolitana donde el gobierno (en todos sus niveles), los creadores de políticas públicas y planificadores urbanos, los líderes de las industrias, los empresarios, la sociedad civil, los medios, la academia y los ciudadanos participen en la integración de nuevos métodos y sistemas de movilidad urbana.
También, para afrontar los grandes retos de inversión social que requiere la ciudad y por sus limitantes financieras, la creación del Banco de desarrollo de la Ciudad de México podrá generar alternativas para afrontar las altas demandas que no solo exige nuestro futuro, sino la creación de un nuevo modelo de desarrollo económico con visión social y con rectoría de Estado.