EL MERCADÓLOGO

EL MERCADÓLOGO

De mesías y falsos profetas

Cuando hablamos de mercadotecnia, técnicas de ventas y otros temas similares, es inevitable que en nuestra mente aparezcan imágenes de esos vendedores ambulantes de antaño que recorrían los pueblos vendiendo fórmulas milagrosas. Estas pócimas tenían la habilidad de hacer crecer el pelo, curar todas las enfermedades conocidas y algunas desconocidas, solucionar los males de amores y todo tipo de milagros. Incluso algunos de ellos, los más osados, ofrecían demostrar la utilidad de su producto en el momento, con la ayuda de alguien del público, que por supuesto estaba previamente compinchado con el vendedor.

No es de extrañar que, debido a estos charlatanes, inmediatamente rechacemos todo lo que huela a estas técnicas de mercadeo, utilizadas desde el Neolítico, pero organizadas como las conocemos actualmente apenas hace setenta años. Más cuando vemos cómo, principalmente en los últimos años, han surgido miles de gurús sobre este tema, que, aderezando sus discursos con algunas palabras en inglés, van dando cátedra sobre temas tan genéricos como el «éxito».

Así como esos trotamundos que conseguían aprovecharse de la desesperación de la gente para vender sus pócimas mágicas, estos nuevos gurús logran colocar sus ideas, difundidas como una especie de leyes universales y absolutas, utilizando como su principal baza la situación personal de quienes necesitan soluciones rápidas. Venden fórmulas «para triunfar en la vida», a veces incluso divididas en pasos como si de una receta de cocina se tratara.

Desafortunadamente, este tipo de «caminos cortos» hacia el «éxito» no suelen tener los resultados esperados. Desde mi punto de vista, uno de los primeros problemas a los que se enfrentan estos «mesías» es a generalizar respecto a la definición de «éxito». Cada uno tiene un parámetro diferente, y si no tenemos bien definido lo que queremos lograr, con la famosa estructura SMART (específicos, medibles, alcanzables, relevantes y en el tiempo), será casi imposible determinar los pasos a seguir para conseguirlos.

Otro de los problemas que veo respecto a estas «fórmulas mágicas» radica en que cada situación es diferente, y, por tanto, por mucho que queramos aplicar exactamente los mismos pasos, nunca se conseguirán los mismos resultados. En el mundo de la mercadotecnia y de los negocios hay muchos factores a tomar en cuenta que pueden afectar la consecución de los objetivos planteados inicialmente, algunos de ellos ajenos completamente al ámbito de influencia de la persona: la situación económica del país, la actividad de la competencia, cambios en el comportamiento de los consumidores, incluso cómo estamos experimentando actualmente, un problema de salud pública.

Por tanto, mientras estos «falsos mesías» no se doblen las mangas de la camisa y realicen una consultoría formal en cada uno de los negocios que intentan asesorar, involucrándose en su negocio, analizando debidamente al potencial consumidor, empapándose de la actividad del sector, estudiando detalladamente todas las variables que puedan afectar a un plan a futuro, y en definitiva, trabajando detallada y minuciosamente, simplemente estarán contando el cuento de cómo su producto ayuda a crecer el pelo y a la vez cura los problemas del hígado y el mal de amores.

Pero eso conlleva más esfuerzo, por lo que es difícil que a corto plazo dejen de lado sus discursos mesiánicos. El problema es que se mantiene esa mala imagen del sector, y pagamos justos por pecadores.

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