UN INFIERNO BONITO

UN INFIERNO BONITO

CHENCHO “EL VIROLO”

Un día, Chencho “El Virolo”, David “El Chocolate” y Juanito “El Chino” salieron muy cansados de trabajar de la mina de San Juan Pachuca y se detuvieron en una tienda a tomarse un refresco, se sentaron en la orilla de la banqueta, de pronto pasó un perro, levantó la pata y orinó al “Virolo”; se pararon rápido, sin aguantar la risa. 

“El Virolo” muy enojado, le aventó la botella al perro con todas sus fuerzas, este se hizo a un lado y le pegó en la espinilla a una señora que pasaba, quien furiosa le dijo:

  • ¡Pendejo! ¡Fíjese cómo avienta las cosas!

“El Chocolate” no aguantaba la risa, lo mismo que “El Chino” y este último le dijo:

  • ¡Pinche “Virolo”, estás salado! En la mina se te atoró la barrena, te caíste en la tolva, solamente te faltaba que te miara un perro. A mí se me hace que tu vieja no te echó la bendición.

De momento salió un señor con un cuchillo en la mano, le aventó un tajazo al “Virolo” que si no se hace a un lado lo destripa.

  • ¡Cálmese señor!
  • ¡Te voy a partir la madre! ¿Por qué le pegaste a mi señora?
  • ¡Fue sin querer, verdad de Dios, le aventé la botella a un perro!

El señor hizo la mano hacia atrás sin soltar el cuchillo, los tres al mismo tiempo se echaron a correr sin parar, hasta que llegaron al barrio del “Arbolito” y se despidieron. 

Le dijo “El Chocolate”:

  • ¡Nos vemos “Virolo”! Me cae que por un pelito de rana calva te desmadran, hoy es tu día de mala suerte, métete debajo de las naguas de tu vieja, para que se te quite lo salado.

Le dijo “El Chino”:

  • Ahorita que llegues a tu casa, le dices a tu señora que te limpie con un huevo, nada más que no te lo jale mucho.
  • ¡Chinguen a su madre!

“El Virolo” llegó a la vecindad, en la puerta encontró a su señora arriba de una mesa, se estiraba tratando de conectar un diablito en el poste de la luz.

  • ¡Bájate de ahí vieja, te vas a dar un mulazo!
  • ¡Qué bueno que llegas, para que arregles la luz, hice un corto al conectar la parrilla!

La señora se bajó y “El Virolo” se subió.

  • ¡Agárrame la mesa que se mueve y rechina como las patas de tu jefa!

La señora se ponía colorada al sostener la silla donde estaba su señor y apretaba con ambas manos para que él no se cayera, “El Virolo” se estiraba y no alcanzaba, hizo varios intentos, cuando estaba a punto de enganchar el cable de la luz,  le ganó la cabeza y se vino abajo; al caer se agarró de los cables de luz, que hicieron un corto, dejando sin luz a los vecinos. 

“El Virolo” recibió una descarga eléctrica, que le quemó las manos, su vieja le ayudó a levantarse, en esos momentos salieron de sus casas varios señores y lo pusieron como lazo de cochino.

  • ¡Pendejo! Ya nos quedamos sin luz por tu culpa.
  • ¡Yo solo quería conectar mi cable!

El enojo de los vecinos se debía a que faltaban unas horas para que  llevaran a la vecindad, como todos los años, en el mes de noviembre, a  la Virgen de San Juan de los Lagos, acompañada con la gente del barrio. Los organizadores se pusieron a arreglar los cables, algunos tenían que cambiarlos por nuevos. Muy triste, “El Virolo” se sentó y se soplaba las manos, lo vio su vieja y le dijo.

  • ¡Qué bonito te ves cabrón, ahí sentado, en lugar de que les ayudes a los vecinos a arreglar tus pendejadas!
  • ¡Cállate el hocico! Vamos a la casa para que me des de comer.
  • ¿En qué te caliento? No tenemos petróleo, ni carbón, por eso conecté la parrilla que hizo un corto, los escuincles llegaron de la escuela, aventaron la mochila y no les he visto la cola, pero cuando lleguen me la van a pagar. Ve al centro a comprar unos metros de cable de luz, para que la arreglen de una vez.
  • ¡No voy, no quiero pedirles ningún favor a esos güeyes!
  • ¡No vayas! Al rato no vas aguantar los chillidos del chamaco cuando despierte y pida su mamila.
  • ¡Le das la chichi!
  • ¡No seas necio, cabrón!  ¿Qué te cuesta?

“El Virolo” se metió a su cuarto y le dijo a su vieja, que no lo seguía presionando:

  • ¡Ya no estés chingando, ya te dije que no voy, dame un plato de frijoles, que tengo hambre!
  • ¡No sé si eres pendejo o te haces! ¡Te estoy diciendo que no los puse porque no hay luz, entiéndeme cabrón, no seas pinche burro!

Fue tanta la insistencia de la mujer, que “El Virolo” echando madres, salió de malas a comprar el cable para poner su luz. Al bajar por el callejón empedrado, se cayó y se torció una pata, gritó fuerte pero nadie salió a ayudarlo.  

Se quedó sentado un rato hasta que pasó por ahí su compadre “El Remache”, le fue avisar a su comadre y entre los dos lo llevaron cargando y lo acostaron en la cama, la señora lo regañó:

  • ¡Ves lo que te pasa por hacer las cosas de mala gana! Ya le diste en la madre a tu pata. Se te esta poniendo como bolillo, la Virgencita te castigo por estar de berrinchudo, como dice el dicho “el que se va a condenar, con una pata va a empezar”.
  • ¡Ay, ay, no me la agarres!
  • ¡Pinche viejo chillón, gritas como si estuvieras pariendo chayotes!

“El Remache” le dijo:

  • ¡Luego nos vemos compadre, y usted comadrita, no se preocupe, voy a comprar el cable y le pongo su luz!
  • ¡Se lo agradezco, compadrito, porque tengo un viejo que salió igual que su madre de necio!

Ese día todo se le había juntado al pobre “Virolo”: lo del trabajo, la meada del perro, la quemada de sus manos, la zurrada de los vecinos, y la torcida de pata, además se quedó sin comer y por el coraje le agarró chorrillo. Lloró su desgracia y se quedó dormido. Horas después se escucharon cohetones, gritos de alegría, y cánticos. Llegó la peregrinación de diferentes barrios y le cantaban duro. Por medio de un micrófono se escuchó lo que dijo uno de los organizadores:

  • ¡Ya llegó la Virgen, salgan todos a recibirla!

Los vecinos hicieron valla para darle la bienvenida. Mariana, la vieja del “Virolo”, entró corriendo a su casa, se tropezó y se fue de cuernos, se levantó y lo despertó.

  • ¡Viejo, viejo, despierta, ya llegó la Virgencita!
  • ¡No me puedo levantar, me duele mucho mi pata!
  • A ver, déjame verla. ¡Ay, en la madre! La tienes como de elefante. Voy a la casa de mi papá y te traigo un zapato, él calza del 30, te va a quedar un poco guango pero te ayudará a que estés con nosotros.
  • ¡Mejor busca a don Trini, él cura huesos, dile que venga a curarme!
  • ¡El señor está en la fiesta, espérame, ahorita vengo!

La señora llegó corriendo, le metió el zapato a huevo, con el palo de la escoba le hizo un bastón; le puso una cachucha como la del Chavo del 8,  lo agarró del brazo y le dijo:

  • Camina poco a poco.
  • ¡No puedo, vieja por Dios! Me duele mi pata, no la puedo apoyar en el suelo.
  • A ver, trata de brincar con una pata, como cuando jugábamos al avión.

Haciendo gestos lo intentó y se cayó dando gritos de dolor.

  • ¡Échale ganas viejo, tú puedes! Los vecinos, te esperan, quieren que estés con ellos, están dando unas cubas a toda madre, ya me aventé tres y me apendejaron.

   ¡Mejor te llevo cargando en brazos, y ahí te sientas en una silla; para que se te quite el dolor te tomas unas cubas y mañana vemos a don Trini, los vecinos, ya te perdonaron y te quieren ofrecer una disculpa de las mentadas de madre que te dijeron.

  • ¡Déjame, no me cargues, yo solito tengo que poder caminar!
  • ¡Así me gusta, que seas un macho!

“El Virolo” salió caminando poco a poco, recargado en su señora, hacía gestos y se ponía como chinicuil al dar el paso, cuando pasaron frente a la Virgen, su vieja le dijo:

  • ¡Pídele de todo corazón a la Virgencita, que te alivie de tu pata, que te eche la mano, para que no estés tan salado y te quite lo pendejo!

“El Virolo” se persignó, y rezó en silencio, los vecinos, al verlo que no podía andar, lo cargaron de palomita, y lo llevaron a donde estaban brindando.

Le sirvieron la primera cuba, cuando les decía salud, uno de los organizadores que estaba echando cohetes de los que suben al cielo y truenan, al prender uno, no subió, se fue derechito a donde estaba “El Virolo”, se le clavó en el estomago y le explotó, matándolo. Todos guardaron silencio, solo se escuchaban los gritos de la señora Mariana, que decía:

– ¡Chencho! Por favor háblame. ¡Llamen a una ambulancia!

Llegaron y nada pudieron hacer, “El Virolo” tenía todas las tripas reventadas y la fiesta de la Virgen, se convirtió en velorio.

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