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El río está muy revuelto…
¿Qué está sucediendo en la vida política y social del país? Todo mundo anda a la defensiva, nada más esperando el error del contrario para hacerlo notar y exhibirlo, algunos viven muy atentos al paso en falso que den los demás para utilizar ese error en su beneficio, sin importar el posible daño que estén causando a gente inocente a los que solo agarran como carne de cañón.
Este es un síntoma inequívoco de la degradación política y social en la que estamos cayendo y de la deformación de los valores en la sociedad, y aunque nos cueste trabajo reconocerlo, intuimos que en los próximos meses este estado de cosas va a ser cada día más evidentes.
Los ataques van a llegar desde diferentes trincheras, cada cual defendiendo sus particulares intereses, sus privilegios y su esfera de poder. Han apostado por el enfrentamiento, han preferido usar a los ciudadanos de a pie para defender un estatus político que de ninguna manera beneficia a aquellos que están colocando al frente de la trinchera.
Estos enfrentamientos son solo para medir fuerzas, y en nada se parece a un auténtico movimiento social que busque el reconocimiento de derechos.
A veces luchar contra la cerrazón de la violencia, contra intereses ajenos a las mayorías, es desgastante y no pocas veces lleno de frustración, y lo es mucho más cuando la gente está alucinada por el canto de las sirenas de aquellos que aprovechándose de la necesidad de la gente, les dicen exactamente lo que estos anhelan escuchar, y a veces, es tal la desesperación y nobleza de sus seguidores que se aferran a esa ilusión, que las más de las veces es solo demagogia y retórica sin ningún futuro, al menos no para las mayorías pero sí para aquellos que los utiliza solo para su beneficio personal.
¿A quién le conviene la violencia?, ¿a quién le conviene la inestabilidad y zozobra en nuestro País y en nuestro Estado?, al paso de los años he aprendido que la verdadera democracia se debe dar en un armonioso equilibrio entre la libertad y el orden y que cualquiera de los extremos llevados a su máxima expresión siempre será perjudicial, es decir, el exceso de orden se convierte en dictadura y el exceso de libertad nos lleva primero al libertinaje y concluye en la anarquía.
En México vivimos en un estado de derecho, con leyes que si bien es cierto algunas de ellas no responden totalmente a las necesidades de la sociedad, también lo es el hecho de que contamos con un sistema legislativo que tendría que permitirnos crear, a través de nuestros representantes, todas aquellas leyes que beneficien a las mayorías, dentro de un clima de tranquilidad que el país necesita, pero en todo caso, el legislativo no debe olvidar que su Jefe es el Pueblo y no las bancadas partidistas.
Decía Marco Tulio Cicerón en uno de sus discursos: “…existen leyes buenas y leyes malas; las leyes buenas obedécelas, y las leyes malas también obedécelas, pero lucha con todas tus fuerzas para cambiarlas”. En nuestro País la misma ley nos permite y señala el procedimiento para acceder a la forma de gobierno que decida la mayoría y crear, modificar o derogar sus leyes si así conviene a la misma sociedad, sin necesidad de machetes, amenazas de alerta roja o caprichos obsesivos de quienes deliran por el poder.
En Hidalgo, como en el resto del País, puedo asegurar que deseamos estabilidad política y social pues ello nos llevará a vigorizar la estabilidad económica necesaria para la creación de empleos. En nuestras manos está el definir el tipo de vida que pretendemos.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está