
Inquilinos
Se fue sin decir una sola palabra. Se confundió con la noche y la lluvia borró su rastro, no lo volvimos a ver en el edificio. La señora que usualmente el casero contrataba para que limpiara los departamentos que se desocupaban vino como tres meses después de que el vecino se fuera. La temporada de lluvias había terminado y al otoño le quedaban pocos días.
Yo la vi subir por las escaleras, pero ya no supe la hora en que se fue. El departamento se quedó abierto dos días sin que nadie se diera cuenta. Es lo que ocurre cuando los tres departamentos de ese lado del pasillo no están habitados, a pesar de que esté abierta la puerta del último, no se alcanza a ver desde la escalera.
Las paredes estaban manchadas de lo que parecía sangre y excremento, pero no había olores. Tampoco había muebles, de hecho nunca vimos que el vecino que vivió ahí como año y medio hubiera llegado con carro de mudanza, apenas y decía los buenos días, y rara vez se le veía en los pasillos del edificio, pero la cera en el piso, las manchas de fuego y los símbolos parecían ser parte de un rito que, sin que nadie de los vecinos nos diéramos cuenta, se realizaba ahí.
Después nos enteramos de que la señora del aseo se había ido de la ciudad sin decir palabra, pero luego el casero me dijo que se había suicidado; que el mismo día que fue a limpiar, dejó el departamento abierto y al llegar a casa se mató con un cuchillo, ahora tenemos un departamento desocupado, ahí hay algo que se asoma por las noches, el vecino que se fue lo liberó ahí y se largó dejándonos el problema.
Limpiaron el departamento, lo pintaron y quedó como nuevo, pero es fecha en que no se puede rentar, dicen que el vecino que lo rentó por última vez era el mismo Diablo, que rentaron ahí para abrir una puerta y que ni con la bendición del padre se ha podido cerrar, ahí habitan espíritus, tenemos nuevos vecinos en un departamento deshabitado, y no queda más que mantener la distancia, de noche ni loca salgo a los pasillos, ellos están ahí y solo esperan una oportunidad para poseer algo más que una habitación abandonada.