
Sí, la unidad nacional quedó en el olvido
Todo ejercicio de la política en nuestro país debe tener como parte esencial de su labor buscar los consensos, los acuerdos para generar una unidad real, la que permite avanzar con más rapidez en la solución de problemas que seguirán y se complicarán todavía más si se elige la vía de las imposiciones y la generación de dos polos opuestos en la sociedad mexicana: los pobres de un lado, y de otro los de clase media “aspiracionista” de la mano de los ricos, su modelo a realizar.
Como estrategia para mantener el poder sin duda el “divide y vencerás”, le ha funcionado a la perfección al actual gobierno federal. El Presidente López Obrador está seguro que un país partido por la mitad es más fácil de manejar, de incluir en su ansiosa búsqueda de consolidar la 4T.
Sin embargo en el plano concreto de nación, donde simplemente no cabe esta idea electorera de poner de un lado a los pobres y marginados, y del otro a los clasemedieros y ricos en todo el sentido de la palabra, y a los que el pueblo bueno y generoso odia porque tienen lo que tienen, “seguramente porque lo han logrado mediante la corrupción”.
La radicalización impulsada desde Palacio Nacional, y que estábamos seguros solo sería por temporada de campaña electoral, tiende a convertirse en algo permanente y que sin duda busca que los integrantes de la clase baja o pobre, no solo odien a los “ricachones”, sino que en un momento determinado proceda al uso de la violencia en contra de aquellos que señalan como ladrones de una riqueza que dan por hecho les pertenecía.
No es así, y es fundamental que entendamos con claridad que un país polarizado sirve sin duda al que tiene en sus manos el poder, pero nada o casi nada a toda la ciudadanía, sean pobres, clasemedieros o ricos, muy ricos.
En tanto esta división que observamos ya como algo real sirva al Gobierno de la República es evidente que se sostendrá, se alentará, se buscará que bajo ninguna circunstancia cambie, porque es evidente que a toda costa no solo se buscará que siga así, sino que se tense aún más, al borde de la violencia de clase.
La elección del pasado 6 de junio no causó satisfacción alguna al Presidente, quien lejos de impulsar un proceso de reconciliación, ahora tiene como nuevo enemigo para ofrecer al pueblo bueno y generoso que le aplaude, a los de la clase media, que no bajó de hipócritas y egoístas, muy egoístas por eso de que estudian hasta doctorado para un día ser ricos.
Ya no lo entiendo.
Creo que ya nunca lo entenderé.
Y pensar que un tiempo soñamos que personajes de este tipo eran la solución para la pobreza del país, para la injusticia.
No era cierto.
Nunca lo fue.
Mil gracias, hasta el próximo lunes.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta