Por: El Pequeño Timmy
Cada elección nos acercamos más a encontrarnos en una contienda con perfiles tan nefastos que el simple acto de votar será una pérdida de tiempo, porque como ya ha sucedido en alguna elección popular “no hay para dónde hacerse”, y en caso de ir a las urnas es para emitir un voto no por el mejor, sino por el menos peor.
La trampa en la que estamos sumergidos y que es mal llamada “democracia”, está regida también por los que mueven los hilos en las altas esferas de la política, aquellos que se reparten puestos sin hacer campañas siquiera, aquellos a los que lo único que les importa es conservar sus puestos de poder para mantener una vida de privilegios a los que se han acostumbrado.
¿No le ha pasado a usted, que al ver todos los candidatos y candidatas piense de manera automática “no hay ni a cuál irle”? Pues así es esto de las elecciones y los candidatos que no siempre son los que el pueblo elige sino los que los partidos políticos imponen: perfiles reciclados, amalgamados con corrupción y bañados en impunidad.
Y no hay ni para donde, elegimos entre los candidatos y candidatas que los partidos políticos y sus patrones imponen en el proceso electoral, así sea un corrupto bañado en impunidad, la hija que jamás ha ocupado un cargo público y que será candidata porque a su padre le negaron el registro por un proceso que lo señala como violador, o bien, una palomilla que aunque ignorante y sin que conozca ni como se escribe “Metztitlán” quiera el voto popular.
Hay perfiles que implican una nueva cara, candidatas y candidatos que tuvieron su participación debido a que los partidos tuvieron que cumplir con acciones afirmativas como la postulación de gente que padece alguna discapacidad o miembros de la comunidad de la diversidad sexual. Sin embargo, estos perfiles serán sepultados por la maquinaria de los partidos políticos que a toda costa buscan obtener el poder, no para generar “equilibrio” sino para conservar privilegios entre sus clases, y negociar con el de arriba en muchos temas y situaciones.
No nos engañemos, pocas veces el candidato que dice ser “tu candidato” es verdaderamente el que hubiéramos querido como candidato, fuera de eso todo es un espejismo de empatía, de querer hacerse pasar por el candidato o candidata del pueblo, es como cuando van y abrazan a la gente, comen en sus casas, se dan baños de pueblo y “sienten” la pobreza y miseria que hay en todas partes para luego obtener un cargo y olvidarse de las promesas.
Si reflexionamos sobre los candidatos que actualmente se disputan su distrito electoral federal o local: ¿en verdad hay uno solo al que pudiéramos decir, “este es nuestro candidato”? Porque lo que yo veo son candidatos y candidatas que son de los partidos políticos, que tiene intereses por los cuales ver, que tiene negocios que conservar, que tienen una máscara que oculta su ignorancia y que deben mantener; fuera de eso, no son mis candidatos ni son los candidatos del pueblo; no nos engañemos, todos responden a un patrón y desgraciadamente ni usted ni yo, estimado lector ciudadano, somos ese patrón. Así que elegimos o creemos elegir, entre los que antes fueron elegidos por los partidos políticos y nada más.