El Faro

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Orden

Hace un par de semanas me tocó por edad atender al llamado de vacunarme. La convocatoria se organizaba en determinados días según la letra por la que comenzaba el apellido. Llegue el día y en el horario en que se nos citaba. Mi sorpresa, al llegar al lugar de vacunación, fue que ya no había dosis. Pregunté qué es lo que sucedía y me comentaron que en los primeros días de la inyección, no habían llegado las personas convocadas y habían tenido que poner las inyecciones a quien llegara, para no perderlas. 

También en estos días fui al cajero de la CFE. Era de esos cajeros en que puedes pagar desde el automóvil. Había dos cajas útiles y unifila de coches. De repente un coche se salta la fila y se mete en uno de ellos. Por las mismas fechas acudo a verificar mi coche porque ya le correspondía. Me estaciono junto al verificentro, dejando una distancia prudencial por si algún otro automóvil tenía que cruzar. De repente, nuevamente, un coche se me salta y se mete al establecimiento. Con estos ejemplos recientes, ni tengo que abundar en las situaciones similares que se viven en la fila de los centros comerciales para realizar un pago.

¿Qué nos pasa en México con el orden? ¿Qué problema tenemos con acatar las indicaciones que buscan un mejor servicio? Todos somos conscientes de que cualquier fila que tengamos que guardar es una auténtica competición para que nadie se nos adelante. Otros compiten para intentar saltarse la fila, colarse y no utilizar el tiempo en guardar el orden.

No cabe duda de que un orden exagerado, aderezado con un deseo de ejercicio de poder, puede dar como resultado un control que atente con las libertades individuales a las que todos tenemos derecho. Es lo que se critica en la manera en que algunos países orientales han manejado la crisis de la pandemia.

Pero también es cierto que el orden es un valor. Además de buscar la eficiencia, guardar el orden implica un ingrediente de respeto a las demás personas. El que cada uno haga lo que debe hacer, en su momento y de la manera adecuada. Implica que tomamos en cuenta no solamente mis propios intereses, sino que realizo mis acciones pensando también en los otros.

Si a la vacunación fuéramos todos en el día y hora que nos convocan estaríamos esperando menos tiempo y la disposición de las vacunas sería mucho mejor. Si en las filas de cualquier servicio viéramos quiénes las componen y guardáramos la distancia todos estaríamos más tranquilos en ellas. Esto en sí mismo es mucho más eficiente que estresarse o pelearse para que nadie se cuele. Además de la eficiencia, tendríamos muchos menos roces entre nosotros y todos estaríamos más tranquilos. Por el bien común es bueno que seamos ordenados. 

La impuntualidad, la corrupción, la violencia, los robos, etc. tienen todos un cierto componente de desorden en el que por algún motivo nos hemos acostumbrado o nos gusta vivir. Si guardar de manera equilibrada el orden es más eficiente y es más respetuoso, ¿por qué nos empeñamos en complicarnos lo cotidiano y en molestarnos unos a otros?

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