LAGUNA DE VOCES

LAGUNA DE VOCES

Nos salvamos muchos, perdimos todos

Tendremos que pensar que somos parte de los “salvados” en esta guerra que no termina; y que otros, por razones que tal vez algún día entenderemos, simplemente no tuvieron la oportunidad de mirar, allá a lo lejos, la luz que por fin se asoma al final del larguísimo túnel. 

Todavía me pregunto, nos preguntamos, ¿por qué unos tuvieron que partir cuando la salvación se encontraba tan al alcance de la mano? 

No debe ser fácil para los náufragos de una embarcación brincar a la arena y celebrar la vida, cuando saben que uno de los más queridos y sabios acompañantes de esperanza y sufrimiento, se quedó apenas a unas semanas de lograr lo que ahora se observa como una tarea sencilla. Pero no fue así, nunca lo fue, y de alguna manera los casi 240 mil muertos por Covid-19 al día de hoy en el país pueden confirmarlo, denunciarlo, gritarlo.

Son muchos, demasiados los hogares enlutados por la pandemia, pero sobre todo ofendidos por la insensibilidad de un gobierno que se preciaba ser La Esperanza de México, y que se vio exhibido, desnudado con la catástrofe sanitaria que todavía vivimos, pero que hoy tiene como máxima preocupación y ocupación ganar a como dé lugar las elecciones que están a la vuelta de la esquina.

¿Se habrán preguntado para qué quieren más tiempo el poder absoluto y así hacer y deshacer leyes, modificar a su antojo la Constitución, o de plano buscar echarla a la basura para hacer una nueva, más acorde a sus sueños de revolucionarios trasnochados? ¿Es posible seguir en la locura de adolescente ceceachero cuando a cuestas lleva tantos muertos?

Lo único que hemos comprobado a lo largo de esta penosa historia de luto, es que no hay diferencia alguna entre la casta política cualquiera que sea su origen, y que incluso resulta peor cuando es encarnada por un personaje que ha traído la desilusión y el regreso a la machacona verdad de que no hay ideales en esos estantes del poder, y sí en cambio mucha ambición y locura.

No, los que en esta semana finalmente llegamos a la playa de la salvación, es decir a los centros de vacunación, nunca volveremos a ser los mismos, porque sería absurdo regresar a la dichosa normalidad como si nada hubiera pasado, como si solo se hubiera tratado de un mal sueño, y por lo tanto la mejor receta es el olvido.

NO, de ninguna manera debemos olvidar. Ni una sola de las 240 mil familias que perdieron a uno o tal vez varios seres queridos, puede ni debe dejar en el olvido que de pronto nos arrancaron una parte del corazón y el alma, pero también de las ilusiones que cobijábamos desde adolescentes a la espera de un cambio hacia una sociedad más justa.

No existe esa posibilidad.

Sin duda y con todo y la responsabilidad por su actitud carente de toda sensibilidad ante la muerte de 240 mil mexicanos, lo peor de todo es la desilusión, la triste y miserable desilusión para los millones que creían con sinceridad y absoluta honestidad en el que se levantó como guía hacia ese México más solidario, más humano, más alejado de las ambiciones del poder por el poder, para resultar no solo lo mismo sino peor, mucho peor.

Nunca olvidar porque los que con ilusión y esperanza navegamos por aguas llenas de trampas y peligros ya no somos los mismos, nunca volveremos a ser los mismos si uno solo de los que iban en busca de la salvación, perdió la batalla, y con él perdimos todos, absolutamente todos.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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