
Galleta
Eran las primeras horas de la mañana, la vecina salió de casa para salir al oxxo de la esquina a comprar un café, como todos los días, en el trayecto revisaba los mensajes del celular.
De regreso, al ingresar la llave se acercó un perro, negro y mediano de tamaño, parecía hambriento e inofensivo, no obstante sus ojos decían lo contrario, probablemente porque estaba en defensa porque se notaba nervioso y perdido.
Por miedo, abrió rápidamente la puerta de su casa y analizó por un momento el llamar a la perrera o bien enviar un mensaje al grupo vecinal con la foto del can para preguntar si era propiedad de alguien y avisar en donde se encontraba.
Después de un tiempo descartó la idea y esperó para ver lo que pasaba, cuando unas voces provenientes de la casa de un lado, hablaban sobre tomar una decisión y una pequeña voz sugería – quiero que se quede.
La conversación no daba muchas pistas del tema, sin embargo 15 minutos después, la niña decía – tendremos que comprar comida para perro y darle un baño, pero ¿y si se va? – la respuesta inmediata de una voz madura fue – no te preocupes, estará aquí afuera pero al ver comida se quedará.
La vecina sabía entonces que el tema era el perro perdido y nervioso que encontró por la mañana; de cierta manera se sentía tranquila por el destino del can aunque también tenía miedo del comportamiento del mismo.
En los siguientes días, la palabra galleta se escuchaba a todas horas, los adoptantes trataban de educarlo para que reconociera su nombre y atendiera los llamados para quedarse en el lugar que le habían asignado.
En las siguientes semanas, galleta recorría la privada, era muy amigable y los vecinos lo conocían e incluso también le daban de comer, y después regresaba a su lugar esperando la hora de juego con la pequeña del hogar.
Los habitantes de la colonia se encariñaron con el animal, que probablemente llegó al ser correteado por otros perros o bien por buscar comida, a tal grado que cuidaban que no saliera de la privada.
Un mes después, galleta se convirtió en el héroe de los vecinos, al ahuyentar a un ratero que trataba de introducirse en una de las casas, situación que provocó que recibiera un balazo.
Ahora, galleta es el nombre de la estatua colocada en su honor a la entrada de la privada y para garantizar el resguardo de la unidad habitacional; también ha servido como un sitio turístico en el que recuerdan la historia de su llegada y su acto de heroísmo.