LAGUNA DE VOCES

LAGUNA DE VOCES

Vida artificial para un encierro real

Es fácil, absolutamente fácil hacerse adicto a la televisión y las redes sociales. Se turnan las actividades. Recorrer todos los canales sin que uno solo resulte atractivo es una costumbre que un gran número de personas practica, y si por asuntos personales se tiene que estar enclaustrado tres o cuatro días en la casa, todavía peor. La vida puede seguir afuera, con los automóviles que pasan como alma que lleva el diablo en el Bonfil, el Colosio, el Felipe Ángeles, pero para quien tiene como acompañante fiel el televisor, la escena se reduce al número de pulgadas del aparato.

Cuando llega el cansancio existe la posibilidad de abrir la computadora o el teléfono,  husmear en el facebook, hasta descubrir que tal ya se hizo amiga de este u otro, que alguien está con antojo de un café, que otro más se ha convertido en pastor de una nueva iglesia y por lo tanto lo que escribe es por inspiración divina.

Todo resulta un espacio propio para mirar, mirar y mirar, y a veces opinar con una manita que aprueba lo escrito.

En la televisión el asunto es otro. Series y más series que tratan de cómo un grupo de ingenieros y doctores en física pueden resultar comediantes, la repetición por 40 ocasión de los Friends, de la Nana Fain, en fin, que ya conozco toda la programación.

Por supuesto el Netflix, el amazon, ahora el Disney, que son plataformas atiborradas de películas, series al por mayor y aventuras elaborada con fondos de pantalla verde o azul.

Leer se antoja poco, o tal vez el asunto es que abandonado ese hábito, para recuperarlo uno debería volver a nacer.

Será pues necesario un esfuerzo doble una vez que termine el encierro.

Ahorita mismo veo un capítulo repetido donde aparecen los de siempre en la serie de siempre, con todo y que se desde el Netflix las cosas cambiaron. Son parte de las mañanas, tardes, noches y hasta madrugadas.

Miro hacia el jardín y estoy seguro que debe existir otro mundo más allá de la pantalla del televisor. Lo quiero creer, lo quiero pensar, porque de otro modo un día cualquiera desapareceré en el televisor, y encontraré por supuesto a muchos otros que corrieron similar destino.

Seguramente al rato husmearé una vez más en el face book, veré lo mismo de hace rato, las presunciones de unos, los mensajes sinceros de otros. Con un denominador común: en ninguno de los casos hay personas de carne y hueso.

Ya pasará todo esto, me lo digo, y estoy seguro que así sucederá.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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