Pido la palabra

0
Pido la palabra

Nómadas, erráticos e inestables

Cuando me pongo a leer algunos pasajes de lo que se ha dado en llamar “el descubrimiento de América”, algunos historiadores refieren que Cristóbal Colón reclutó –para llevar a cabo su encomienda- a gente que tenía mucho que ganar y nada que perder, y que a sus navíos los atiborró de aventureros, gente sin oficio ni beneficio; otros autores mencionan la posibilidad de que hasta delincuentes que en su afán de huir del castigo de la justicia, prefirieron escapar y embarcarse en la aventura de descubrir un camino más corto para llegar a las indias, según el plan original.

Al repasar esas versiones históricas del citado descubrimiento de un nuevo continente, me resulta prácticamente imposible no hacer una comparación con lo que desde su origen ha venido sucediendo con algunos Partidos Políticos en México, quienes, en principio tratando de hallar un nuevo camino para llegar al poder democrático, erraron el camino y terminaron tropezando con la soberbia de sentir que su palabra es la única poseedora de la verdad absoluta.

En su lucha por ser factor de cambio en la política nacional, no repararon en el error de permitir –salvo las sagradas excepciones- que gente de las peores intenciones fuese paulatinamente apoderándose del barco, es decir, aquellos que en sus naves de origen fueron simples grumetes, ahora con el nuevo Partido pretendían y pretenden ser los capitanes que dirijan los destinos de dicho Instituto, claro, y en el camino definir el suyo propio.

Los nuevos Partidos, de esta manera, se fueron llenando de aventureros de la política, lo que le ha dado una de sus características principales, ser partidos que no pueden presumir de tener un rumbo propio, pues el camino que siempre han seguido es aquel que mejor le acomoda al capitán en turno, dejando de lado el rumbo que originalmente se habían trazado; se convirtieron en tribus nómadas, con camino errático y lleno de gente inestable.

Los Partidos se atiborraron de gente que nada tenía para perder, pues ya todo su capital político lo habían desperdiciado en sus ambiciones personales, y estos al ver que su fama pública ya no le permitiría llegar más lejos, optaron por cambiar de barco para buscar una nueva alternativa de busca huesos, y qué mejor opción que un Partido lleno de disidentes resentidos, muchos de ellos, poseedores de una cuestionable calidad moral y que ahora pretenden dictar líneas pulcras de procesos electorales y señalando a otros como los antidemocráticos, ¡al ladrón, al ladrón! diría el delincuente para desviar la atención.

Dicen algunos políticos que los adversarios se valen de los medios de comunicación para atacarlos, pero, como diría Diaz Ordaz, “no conozco trampolín sin alberca”, y estoy seguro que los medios de comunicación no hablarían de la existencia de corruptelas en cualquier persona o Partido Político si estas no existieran; por tal motivo, lo mejor es irse por el camino correcto y no seguir equivocando la senda de la democracia con sus percepciones personales.

Mientras tanto, los ciudadanos nos seguiremos chupando el atole que con el dedo nos han seguido dando a través de estas campañas de odio electoral, carentes de propuesta y llenas de antagonismo.

Por ello, sin caer en fatalismos, sin que nos gane la melancolía por tiempos pasados, sin que la depresión nos lleve a un abismo de abandono y soledad, pero, sobre todo, por hoy, sin que esperemos nada de los que a pesar de haberlo prometido, nada nos han dado, tratemos pasarla bien con los únicos con los que siempre contaremos, con los únicos que sabemos no nos darán la espalda: nuestros ideales, nuestra esperanza, pero esperanza de verdad y no la de algún slogan partidista, y con ello, sigan avanzando a pesar de que los perros sigan ladrando.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.