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Estado Islámico avanza en Libia

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Con ataques contra instalaciones petrolíferas

  • El desgobierno en el país magrebí ha facilitado la expansión del grupo terrorista

La destrucción indiscriminada, especialmente tras la ola de ataques de esta última semana, acrecienta los temores de que Libia pierda su principal fuente de ingresos en medio de las negociaciones para establecer un Gobierno de unidad en el país.

Los yihadistas del Estado Islámico en Libia intensificaron esta semana sus ataques contra plantas y objetivos petrolíferos en el país. Tres de los principales puertos libios y, al menos, otros dos complejos más pequeños han sido asaltados por los yihadistas con el objetivo de destruir las instalaciones petroleras y de gas. El lunes se denunciaron ataques contra una explotación petrolífera entre las ciudades de Ghat y Ubari (suroeste), mientras que el portavoz de la Guardia de Instalaciones Petroleras confirmó que tres botes cargados de milicianos del EI intentaron asaltar el puerto petrolero de Zueitina, pero fueron repelidos. La semana pasada el Estado Islámico asaltó el complejo de Ras Lanuf, en un ataque que se prolongó durante tres días. La Corporación Nacional de Petróleo libia (NOC) ha anunciado que están vaciando de petróleo el complejo de Ras Lanuf, por miedo a nuevos ataques.

Fotografías distribuidas tanto por la NASA como por el propio EI muestran enormes columnas de humo negro en la estación petrolífera de Es Sidra tras ser atacada también la semana pasada, a duras penas controlados por los escasos servicios de emergencia de la planta, cuyos guardias todavía hacen frente a la amenaza de repetidos ataques de los milicianos leales al Daesh. Al menos 4 buques de carga, con 19 tanques con capacidad de hasta 6,2 millones de barriles han sido destruidos.

Aunque el control de las instalaciones petrolíferas ha sido objetivo de numerosos grupos terroristas en Oriente Medio y Norte de África, la estrategia del EI en Libia parece seguir más un afán destructor que de tomar posiciones para luego explotar económicamente ese «oro negro», como ha sucedido en la zona de Irak y Siria.