* Almas y sonidos de tambor
Alguien, hace mucho tiempo, debió haber escuchado el tamborileo que viene del suelo, constante, día y noche, y que seguramente algunos habrán confundido con el latido del corazón. Pero no es así, se trata de un tambor que estuvo callado durante siglos enteros, pero que algunas condiciones propias de la época que vivimos lo devolvieron a la vida, y es muy posible que no pare hasta que suceda algo que pocos se atreven a mencionar.
No se trata de terremotos, tsunamis, guerras. Vaya pues, no es la anunciación de un nuevo fin del mundo, que para eso ya existen profecías que a la fecha nadie entiende, pero que se aplican con tenebrosa exactitud en todo el mundo. De otro modo no se entienden vidas cegadas sin razón alguna, sin destino, sin nada que pudiera explicarlas.
El sonido del tambor es otra cosa, porque se puede escuchar únicamente a determinadas horas del día y en fechas que nadie anuncia. Es decir que quienes han dado testimonio de su existencia, pueden estar seguros que nunca tendrán una nueva oportunidad, y por lo tanto tampoco existen expertos en la materia, ni supuestos investigadores del “fenómeno tambor”.
Simplemente que son unos cuantos que se han transformado en miles al paso de la historia de la humanidad, los que en un momento determinado de sus vidas de pronto descubrieron que segundos antes existe un silencio absoluto, para dar paso a ese leve “tam-tam”.
Puede ser atribuido a todos los difuntos que practican la posibilidad de regresar a la vida, pero carentes la mayoría de huesos firmes, deben conformarse con soplar a la tierra, y de tantos que son parecieran golpes secos, de tambor pues.
Sin embargo a la fecha nadie se atreve a dar un testimonio exacto, real de lo que sucede, porque se corre el riesgo, grave por cierto, de confundir los constantes movimientos de la tierra con algo como lo que nadie puede explicar.
Es posible también, argumenta algunos, que finalmente las almas, que por cierto sí existen, resulta que no se van al cielo, sino que se quedan para acompañar a los difuntos. En un principio se suponía el compromiso con carácter de eterno, pero por todo lo que se ha visto pareciera que ya no lo es tanto, y que son precisamente ellas, las almas, las que producen el ruido de tambor.
Lo que quiere decir que buscan salir con objetivo todavía no muy claros, y eso empieza a preocupar a no pocas personas, que atribuían a esa parte invisible del cuerpo características menos terrenales.
De tal modo que si los muertitos se van con todo y alma a la fosa, conocida o común, luego entonces el cielo está vacío desde hace mucho, pero mucho tiempo, igual que el infierno.
Por eso es que nadie dice nada cuando escucha los “tam-tam” que vienen del bajo suelo. Se hacen los desentendidos, porque cada vez son más constantes y empiezan a ser desesperados.
Dejar escapar almas es una responsabilidad que nadie quiere asumir, porque además existe la leyenda de que son poco serias en sus compromisos, y si le aseguran al que las piensa liberar que se quedarán quietas hasta que se decida qué hacer con ellas, a todas luces resulta una mentira. Lo primero que harán es visitar cielo e infierno, sin la certeza de que se quedarán en uno o en otro lugar de acuerdo a la vida que llevaron. Lo más seguro es que anden por ahí, sin rumbo fijo, y complicándole la vida a las que todavía tienen cuerpo y vida que cuidar.
Usted seguro ha escuchado ese sonido de tambor.
Le repito que es una vez en la vida. A veces cuando se nace, en la adolescencia, en la madurez o a un pie de la muerte. Pero todos lo escuchan.
El alma que uno lleva, se supone al lado del corazón, es la que resuena igual que las que están bajo tierra. Y se siente entonces que lucha por salir.
No le haga caso.
Las almas no son muy serias en sus cosas.
De eso hay muchos testimonios.
Mil gracias, hasta mañana.
twitter: @JavierEPeralta
CITA:
De tal modo que si los muertitos se van con todo y alma a la fosa, conocida o común, luego entonces el cielo está vacío desde hace mucho, pero mucho tiempo, igual que el infierno.
Por eso es que nadie dice nada cuando escucha los “tam-tam” que vienen del bajo suelo. Se hacen los desentendidos, porque cada vez son más constantes y empiezan a ser desesperados.