De éxitos y objetivos
Estamos acostumbrados a utilizar la palabra “éxito” para definir un estilo de vida en concreto: consideramos que una persona lo ha alcanzado cuando tiene una serie de bienes materiales con unas características determinadas. Pensamos que alguien es exitoso cuando logra escalar hasta un escalafón social determinado. Incluso admiramos a famosos por los bienes materiales de los que hacen gala en sus perfiles de redes sociales.
Sin embargo, el éxito no está enfocado únicamente a la obtención de algunas cosas específicas, ni en un único estilo de vida. Cada persona debe plantearse, primero, qué es lo que quiere conseguir, tanto en su vida laboral como personal. Este planteamiento inicial se denomina “objetivo”, y tiene una serie de características que nos ayudan a, una vez culminado el proceso, determinar si se ha conseguido alcanzar o no. A su vez, la evaluación de los resultados sentará las bases para fijar nuevos objetivos. El acrónimo de dichas características es SMART, que surge de las palabras en inglés specific, measurable, attainable, relevant, timely.
La primera característica, specific, que traducido literalmente es “específico”, hace referencia a que el objetivo tiene que ser claro y bien definido. Por poner un ejemplo, podemos plantearnos como objetivo comprarnos un coche, pero cuando definimos la marca y el modelo del coche que queremos comprar, se vuelve específico, y, por tanto, más fácil de materializar. Measurable significa “medible”, y hace referencia a la forma numérica en que comprobaremos que hemos alcanzado el objetivo inicial. Todas las empresas quieren incrementar sus ventas, pero cuando definimos ese incremento en un 40%, por ejemplo, adquiere la segunda característica del modelo SMART.
El tercer punto del modelo es attainable, cuya traducción es “alcanzable”. Esto significa poner en contexto si el objetivo que se está planteando es razonable, si se tienen los recursos para conseguirlo y si el entorno es propicio o, por el contrario, resulta un obstáculo infranqueable. Como cuarta cualidad tenemos relevant, “relevante”, que nos lleva a pensar si el objetivo que planteamos va a tener una contribución a la actividad global. Es irrelevante plantearse como objetivo empresarial, por ejemplo, involucrar una marca dentro de un patrocinio deportivo, cuando la gente que está interesada en mi producto o servicio no demuestra una atracción particular por ese deporte o ese equipo en concreto.
Por último, pero no por ello lo menos importante, es incluir la última característica en los objetivos planteados: timely, que se traduce en “temporal”. Todo objetivo debe llevar relacionado un periodo de tiempo para conseguirlo. Una vez transcurrido ese tiempo, debe evaluarse si se ha logrado lo planteado inicialmente, y en caso negativo, analizar los motivos. A partir de ahí, será posible definir nuevos objetivos.
Este modelo puede aplicarse también en nuestra vida cotidiana: por tanto, una persona exitosa será la que logre conseguir sus objetivos. Así, descubrimos que el éxito no es único: cada uno tiene su propio concepto. Además, no es un lugar al cual llegar: cada éxito conseguido en nuestra vida servirá para sentar las bases del siguiente paso. El éxito no es el destino, es el camino que nos guía.