
PRI: sin disciplina y lealtad… RIP
La proliferación de suspirantes, hombres y mujeres, a la candidatura priísta para la primera magistratura de Hidalgo, obligó al secretario general del Comité Directivo estatal tricolor, Julio Valera, a pedirles que no adelanten fechas y privilegien la unidad para hacer frente a los comicios del mes de junio, por la simple y sencilla razón de que para subir cualquier escalera se debe ir escalón por escalón, sin querer treparse de buenas a primeras al cuarto piso.
El llamado de Valera se entiende como la necesidad urgente de que todos y cada uno de los que se observa buscarán la nominación, busquen en su cuaderno de apuntes las definiciones de disciplina y lealtad partidista, que, aunque no lo crean, todavía existen y son la máxima fortaleza del Revolucionario Institucional.
Porque observar lo que sucede en el partido que gobierna al país pudiera ser una obligación para que no se vean tentado a caer en el caos total que impera en Morena, y donde la única guía para todos parecer ser la ambición de lograr un cargo de poder, que al fin de cuentas según ellos no le deben ni disciplina ni lealtad a nadie.
Sin embargo, los priístas como pocos, saben que haber sobrevivido a sus propios errores, pero también a los que se han promocionado como salvadores de la nación, tiene profundas raíces precisamente en la disciplina y lealtad porque sin estos dos atributos estarían perdidos.
Por eso, y porque en un partido que perdió la Presidencia de la República y la Cámara de Diputados, es decir casi todo, no pueden permitirse distracciones de quienes en un futuro competirán por la responsabilidad más alta en tierras hidalguenses: la gubernatura.
Si pierden de nueva cuenta el Congreso federal, estarán en la antesala de la alternancia en la entidad, y al decir alternancia nos referimos a que tendrían que irse a la banca y acudir a Palacio de Gobierno solo en calidad de visitantes, no de inquilinos.
Las ambiciones acaban con cualquier proyecto político, porque lo reducen a una obsesión donde ya no alcanzan planes para atender las necesidades de sus futuros gobernados; porque todo se reduce a sentarse en la silla gubernamental y ya.
Cada uno de los aspirantes, hombres y mujeres, tendrán que evaluar con sinceridad si el llamado de Valera se refiere a ellos, es decir si viven el trance de las obsesiones o tienen la capacidad para recuperar la capacidad de lo que es disciplina y lealtad.
Dirán disciplina y lealtad a quién, o cómo se come ese potaje tan raro.
Sin duda, y por principio de cuentas, a ellos y a ellas mismos, y con esto nos referimos a ser consecuentes con las coincidencias que tienen con su partido político, de lo que habrá de desprenderse su lealtad y la certeza de que la búsqueda del poder es para servir a sus semejantes.
Y si hay lealtad por supuesto que hay disciplina, porque están obligados a reconocer a un jefe político, que en el caso de Hidalgo evidentemente es el gobernador en funciones. Y es reconocer es ante todo y por sobre todas las cosas, la toma de conciencia de que no hacerlo los llevará con certeza absoluta a una derrota por adelantado.
Reconocer sin embargo no debe descartar que, en la decisión más importante de cada sexenio, que es la selección del candidato o candidata, estén conscientes de que vulnerar la unidad que les ha mantenido en Palacio de Gobierno desde hace muchos, pero muchos años, acabará con toda posibilidad de victoria.
Así de simple.
Mil gracias, hasta el próximo lunes.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta