El vacío después

Suena el celular, la alarma de notificación del chat de su ex pareja la levanta inmediatamente de la cama pese a ser las dos de la mañana, la incertidumbre de saber el mensaje la impulsa a no perder ni un segundo.

El contenido es una fotografía  tomada hace algún tiempo, cuando estaban juntos, portaba ropa diminuta y descansaba perdida en la cama, esa que era su nido de amor y de entrega íntima total.

Le acompañan unas palabras “necesito tu cuerpo, te deseo demasiado”, seguido de unos emojis pícaros, perversos, coquetos, alegres e insinuantes que obligaban a una respuesta inmediata y de preferencia de aprobación.

La duda recorrió sus entrañas, había soñado con ese momento y se había prometido que no cedería ni un poco, y dejó transcurrir minutos para contestar a la propuesta indecorosa tratando hacerse del rogar.

Pero la emoción y ego al comprobar que la extrañaba, cedieron en poco tiempo -si tanto me deseas y necesitas mi cuerpo ven a buscarlo” – respondió aún dudosa pero ingenia sintiendo ya las caricias sobre su piel.

En aproximadamente una hora el hombre llegó a la casa que compartieron por años, y al observar como se abría la puerta se abalanzó hacia la mujer con un apasionado beso, mientras aventaba la puerta para cerrarla y después guiarla hacia el cuarto sin despegarse de sus labios.

Cada prenda que portaba la pareja comenzaba a volar y la cama protagonizó una fuerte e imparable actividad física, en la cual el desesperado amante repetía en diversas ocasiones “soñé muchas veces tenerte así, te deseo muchísimo y necesito tu cuerpo aún más”.

El encuentro sexual terminó después de un par de horas con un abrazo duradero, acompañado de un largo beso, una despedida con la mano y un gran vacío después.