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¡Esto es un complot!

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El Arte de Novelar    

Si usted es de los numerosos lectores de “El Complot Mongol”, seguro le gustará leer cómo su detective sigue haciendo de las suyas…

Me gusta 2016 para que, además de a Cervantes y Shakespeare, continuemos celebrando que Rafael Bernal existió y escribió una obra maestra y que Filiberto García, su pinche detective, aún circula por las calles Dolores del barrio chino y Madero del centro de la Ciudad de México, Acapulco, algunos estados del norte, y por la Unión Americana. Casi puedo decir que lo vi en Flagstaff, Arizona, observando a los esquiadores, luego bebiéndose un coñac en el bar del hotel Montevista, uno de los más antiguos de la ciudad y de la mítica ruta 66.
“¡Esto es un Complot!” Es un homenaje. Un libro publicado por la Dirección General de Publicaciones de Conaculta, en octubre de 2015, para el programa Alas y Raíces que cumple con la noble tarea de formar lectores. Bef hizo las llamadas a siete escritores y a un gran artista gráfico que sabe contar historias. Todos aportaron textos imperdibles. Al principio uno piensa que están demasiado afectados por la pérdida de Martita, que aparece en los primeros relatos, pero no, pronto se nota que cada quien encontró la manera de celebrar al maestro Rafael Bernal que en 2015 tuvo su centenario. Los convocados fueron Ricardo García: Micro, Pedro Ángel Palou, Hilario Peña, Imanol Caneyada, Élmer Mendoza, Iris García Cuevas, Francisco G. Haghenbeck, Joserra Ortiz y claro, Bernardo Fernández, autores muy señalados en la literatura negra mexicana contemporánea y en otros territorios.
Iris, Imanol, Élmer y Micro traen a Martita, como un ícono del amor imposible del detective, como la pérdida de la última oportunidad. La propuesta de Micro, donde ella es una jiang shi, siempre ávida de sangre humana y de poder, es interesante. Bernardo, Joserra, Pedro Ángel, Francisco G. e Hilario trabajan aspectos propios del detective en sus cuentos. La verdad es que todo el pinche grupo se la tomó en serio. Los relatos ocurren en el departamento de García, en un bar, en el desierto, en un hotel playero, en Acapulco, en un avión y hasta en una carta con el tema del poder y Tlatelolco del 68. En algunos, Filiberto García entra directo a la acción con su .45 empuñada, como en el de Iris, Imanol, Élmer, Pedro Ángel, Hilario y Francisco G. En el de Bef encontramos su fantasma, vestido de traje y encendiendo un cigarrillo tras otro en un avión libre de humo. En el de Joserra es un referente poderoso. En cuatro hay mujeres hermosas, sobresalen la de Bef y las de Hilario, que son chicas del mundo del hampa de nuestro tiempo.
Es agradable leer reunidos a un grupo de escritores vigentes, con obra reconocida, que aquilatan una figura como parte medular de un género en un país donde nadie creía que se podrían formar autores y hasta una corriente estética después de Paco Ignacio Taibo II; Bef, que ha escrito el prólogo, lo expresa claramente, “Se puede establecer entonces un noble linaje literario del actual género negrocriminal a partir de Bernal y su detective-matón”. Aunque la historia del noir mexicano es breve, “El Complot Mongol” se publicó en 1969, tiene la suerte de iniciar con una obra maestra, misma que coronó esfuerzos anteriores, como el de María Elvira Bermúdez, entre otros.
La idea era crear una historia a partir de elementos presentes en la novela de Bernal. Realmente algo subyugante, al menos eso se concluye por las expresiones de los invitados a esa mesa extraordinaria. Los que tomamos a Martita seguro pensamos que el amor es importante para ser feliz y su muerte provocaría un impacto depredador en Filiberto García. Al final no estoy seguro. Lo que sí, es que tomamos una parte muy clásica de las relaciones de los detectives con el sexo opuesto. En las demás historias hay un García remasterizado que es capaz de mantenerse a la altura de las circunstancias. Los relatos de Hilario y Francisco pueden dar una idea de hasta dónde puede llegar el detective y de cómo los universos en que se desenvuelve pueden ser de cualquier tipo. Pedro Ángel lo envía a 1932, justo a la noche en que mataron a Guty Cárdenas, un cantante al que Filiberto García jamás había escuchado.
En fin, si usted es de los numerosos lectores de “El Complot Mongol”, seguro le gustará leer cómo su detective sigue haciendo de las suyas, quizá porque el país no ha cambiado mucho durante un siglo. Justamente, Joserra cita al escritor norteamericano Chester Himes: “Los mártires son necesarios para crear incidentes”, dice, expresión que le hará pensar sin duda, y aunque tarde un poco en dar vuelta a la página, continuará leyendo. Tanto Bernal como Filiberto García lo merecen, a poco no.