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RELATOS DE VIDA

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RELATOS DE VIDA

Solo un abrazo

Estaba muy pequeña para entender, solamente sabía que ya no se encontraba físicamente, y diariamente al visitar el lugar que durante décadas fue su hogar le causaba melancolía escondida en el deseo de encontrarlo.

Tenía cerca de 7 años cuando su “tata”, como ella llamaba a su bisabuelo, dejó el mundo terrenal para iniciar un nuevo ciclo en el descanso eterno, que muchas veces negó existiera, aunque prometió que después de morir, porque era su destino, regresaría para confirmarnos que estaba en lo cierto, que en el más allá no había nada.

Las fotografías al lado de ese ser cariñoso alimentaban su recuerdo, aunque el vacío en su interior, después cuatro años de su partida seguía sin llenarse, pues le causaba dolor el no poder despedirse ni abrazarlo por última vez.

Algunas veces ese hueco se agrandaba más cuando se identificaba con algunas películas, su favorita era “El Principito”, filme que le causaba llanto señalando que su “tata” era el piloto y ella la niña que ayuda a encontrar al legendario personaje principal que estaba hundido en el mundo de los adultos.

Ella sabía que su bisabuelo se encontraba en un mejor lugar, que estaba descansando después de mucho sufrimiento a causa del cáncer en el colón, y sabía que desde el rincón que se encontrara la cuidaba con la inmensidad de su amor.

Una noche la pequeña, ahora ya de 12 años de edad, logró lo que tanto había deseado, soñar a su “tata” sentado en una banca desde la cual le llamaba: “ven mi niña hermosa”, llamado al cual dijo acudió ansiosa y feliz para abrazarlo fuertemente mientras su bisabuelo le susurraba “todo va a estar bien”.

La niña despertó y con lágrimas de felicidad en el rostro corrió al cuarto de su madre para contarle el sueño: “mami, ya pude abrazar y despedirme de mi tata, me dijo que todo iba a estar bien”.