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PEDAZOS DE VIDA

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PEDAZOS DE VIDA

Un elotito 

Teníamos antojo de comer un elote hervido, pero no cualquier elote, uno de esos que venden adelante del panteón por dónde está la panadería que está junto a la escuela que antes era sólo primaria y ahora ya también es secundaria. Uno de esos elotes que se hierven con tequesquite y pericón; y que antes de prepararlos les ponen una capa de jugo de jugo de limón recién exprimido; y luego la mayonesa, el queso “apestoso” y su salsita aceitosa. 

Entonces fuimos, pero no estaba el puesto dónde solíamos saciar esos antojos. Mi abuela decía que cuando te quedas con el antojo te sale un grano en la lengua, y así fue, dos días me duró el antojo convertido en protuberancia en mi lengua. La última vez que comimos de esos elotes fue antes de guardarnos, y de eso ya tiene como nueve meses. 

El anafre está arrumbado, encima tiene el comal y las demás cosas están amarradas, el lugar tiene una malla de alambre y a un lado están unos metros de leña que seguramente están ahí desde que se ha dejado de vender. Las cosas están ordenadas pero se ve que tienen tiempo así, el polvo que se alcanza a ver nos dice que el puesto no se ha abierto recientemente

Teníamos antojo de un elote, sin saber que la señora que los vendía y su esposo, murieron hace unos meses… así las cosas.