
EFE.- La izquierda latinoamericana se forjó entre la democracia y las armas, entre la revolución electoral y la sangre. El histórico triunfo de Salvador Allende en 1970 en Chile quizá dio el impulso final a la creación en Uruguay del Frente Amplio, una de las fuerzas políticas más importantes del continente.
Así lo plantea la historiadora uruguaya Jimena Alonso, quien en su tesis de maestría presentada en la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), establece varios puntos de contacto entre la Unidad Popular (UP), coalición de partidos de izquierda que llevó a Allende al poder, y el Frente Amplio (FA), nacido en 1971.
Dos Partidos Comunistas con idéntico objetivo, discusiones teóricas de la izquierda chilena y uruguaya sobre cómo alcanzar cambios revolucionarios o la posibilidad de llegar al poder por la vía electoral fueron algunos de los elementos que Alonso comparte en entrevista.
Previo a la creación del Frente Amplio (FA), los partidos de izquierda uruguayos tenían diferencias sobre cuál era el mejor plan. Según narra Alonso, el Partido Socialista tenía mayores reparos por sus críticas al sistema electoral tradicional, mientras que los comunistas querían buscar alianzas amplias.
Sin embargo, el triunfo electoral de Allende ayudó al cambio de postura de quienes dudaban de la efectividad del proyecto.
“Para un país con tradición democrática como Uruguay, previo a los golpes de Estado, pensando en Fuerzas Armadas leales al sistema democrático, que Chile lograra ganar las elecciones era la confirmación de una estrategia”, enfatiza Alonso.
En una de las décadas más complejas del continente, con movimientos armados surgidos bajo el ala de la revolución cubana (1959) pero también por sus propias discusiones y experiencias, Allende y el pueblo chileno lograron formar alianzas pacíficas y democráticas.
El FA, fundado en 1971, pareciera haber aprendido esa lección.