
EFE.- Desde niña, Isabella Souza ha sufrido palizas y abusos y sentido de cerca el miedo a la muerte por el hecho de ser trans. Su realidad es compartida por miles en Brasil, país donde más se mata a esta población.
“Mi padre siempre me pegaba. No podía vestirme como una chica, él me llevaba al salón para cortarme el pelo y me pegaba todos los días, cuenta Isabella, hoy de 23 años.
Todavía siendo una niña fue internada en un orfanato donde vivió hasta los 17. Antes de su mayoría de edad pasó a vivir en las calles y entró en un círculo vicioso en el que alternaba la drogadicción y la prostitución, que recién abandonó.