Letras y Memorias

El Amor en tiempos de pesadez nocturna

Me acuesto, cobijo mi cuerpo y antes de pretender cerrar los ojos, veo una serie de acontecimientos que revolucionan mi cabeza. “Ya no dormí hoy”, es justo lo que pienso.

Me levanto como muerto saliendo de una tumba y me siento en el filo de la cama, miro la pared fijamente y de la nada, un pequeño cosquilleo se aloja en el costado izquierdo.

“Buenos días amor, amor, amor…”. Suena el Príncipe de la Canción en mi cabeza y resulta irremediable querer un trago, uno de esos que dejó sin voz a muchos que he conocido, pero que también les alivió el estómago cuando las mariposas de plástico se alojaron con emoción, y se marchitaron una vez que el otoño cayó.

Amor, esa energía mística que nos une con la fortaleza del acero; el mismo que desearíamos nos atravesara el alma cuando amamos y no somos correspondidos. Seres amados, aquellos seres humanos que nos incitan a romper barreras y construir caminos. 

El amor está en el aire, no sé si purificando o contaminando, pero ahí está: rodeando incluso al más infortunado y miserable ser creado. Podemos toparnos con cientos de miles de tipos de amor, pudiesen ser más o pudiesen ser menos, pero no hay un solo amor. Tenemos por ejemplo, el amor por el prójimo, ese que los grandes Maestros nos han heredado, y el que nos recomiendan vivir, justo como menciona Juan en el capítulo 15 y versículo 13 de su Evangelio: “No hay amor más grande en el mundo, que dar la vida por los amigos”.

Amamos dormir, comer y emborracharnos, amamos los dulces y los libros, amamos hacer el amor y algunos aman el arte de la guerra, como decían los romanos. 

Amor, puedes creer en él o no, pero si éste te atrapa, ya valió. Te seduce con sonrisas coquetas y miradas de anestesia, te doblega y te esclaviza; te hace palpar las nubes o te envía en directo al más cruel infierno. 

Sigo sentado en el filo de la cama. El gato que no está triste y que tiene mirada azul, duerme calentito. Recuerdo los días viviendo enamorado, ¡qué bonito era perder la cordura luego de ser flechado! Cupido como siempre, haciendo travesuras, jugando con nuestras pasiones y limitando las razones. 

Pese al insomnio, increíblemente siento que estallo de amor, siento que vivo de nuevo esa sensación y el fascinante dolor; porque el amor no siempre es justo, o te arrebata o claudica, pero nunca deja las cosas a medias. Mucho pierdes y poco ganas, mucho ganas o poco pierdes, así es el amor. El juego más complicado de jugar, la batalla más férrea de luchar. ¡Qué pensaba Dios cuando nos heredó el amor! No es necesario saberlo, simplemente existe y es una auténtica bendición. 

Recuerdo bien cuando mamá me recibió, hermosa muestra de amor. Recuerdo bien cuando un raspón de mi rodilla curó, ¿cómo? Un besito lleno de amor. Recuerdo tantos pasajes de mi vida donde estas cuatro letras hacen aparición, y en la gran mayoría, rodaron lágrimas por mi mejilla mientras las manecillas daban las 4:00 a.m. 

Es irónico que el sentimiento más perfecto cause una sensación mortalmente opuesta, pero también es una ironía que el arcoíris resplandezca después de una brutal tormenta.

Y así se me ha ido la noche, pensando en el amor, la fuerza de los alfeñiques y el talón de Aquiles de los fieros. Amor, dosis pequeñas nos matan o nos hacen sentir vivos. Es veneno y antídoto, es luz y sombra. Amor, tan persuasivo y engañoso, tan bipolar, tan canijo y a veces escabroso. 

¡Hasta el próximo miércoles!

Postdata: Asumo luego del desvelo, que el amor causa tanto, que es inhumano vivir sin él.

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