UN INFIERNO BONITO

“EL CHAFLÁN”

Francisco “El Chaflán”, era un chaparrito con mala suerte; tenía destino de mosca, dar vueltas a lo pendejo y andar de caca en caca. Todo cambió cuando su jefa le echó la maldición, porque cuando andaba briago, le pegó a su padrastro, y desde ese momento se le cerraron las puertas, hasta su vieja “La Bola” se le ponía al brinco, ya no le tenían respeto y a diario peleaban:

  • ¡Ya me tienes hasta la madre, pinche borracho! Desde que mi jefa te corrió de su tienda por Ratón, no has encontrado trabajo, yo cada día me las veo negras para darle de comer a tus hijos, y de pilón a ti. Te habías de ir de emigrante a los Estados Unidos, para que los gringos te pongan a trabajar y te rajen tu madre, por huevón.
  • ¡Ya cállate el hocico! Me cae que un día me vas a sacar de onda y te dejo chimuela.
  • ¡Si no quieres que te diga tus verdades, ponte a trabajar! Deja de tomar, ¿no te da pena que ando trabajando como burro, lavando y planchando ajeno y tú como si nada? No creas que la comida nos la da La Divina Providencia.
  • ¡Ya cálmate, vieja! Bien sabes que mi jefecita me echó la maldición y me ha calado hasta los huesos, luego, también luego con tu madre, que me echó un alacrán encima y me corrió a la calle.
  • Mi mamá me dijo que te cayó en la maroma abriendo el cajón de la lana, la estabas robando y no te quiere ver en pintura, y con respecto a tu madre. Ve a pedirle perdón, para que te retire la maldición, ¿o por qué no vas a vivir con ella?
  • ¡Está bien, me voy!

 “El Chaflán” se levantó de la silla muy decidido, pero su vieja lo volvió a sentar de un jalón de greñas!

  • ¡Llévate a tus hijos!
  • ¡Ahí que se te queden! No creas que le voy a jugar al pendejo, de que una semana te los dejo y una semana me los llevo, si quieres no los veo nunca.
  • ¡Que dijiste, cabrón! ¡Hijos! Vengan, su padre se los va a llevar.

Los hijos del “Chaflán” eran 10  y su vieja estaba embarazada, muy ordenados se formaron y les dijo:

  • Lávense la cara y despídanse de mí, porque se los va a llevar su papá al Paraíso.
  • ¡Mira vieja, no te aceleres! Te juro que no he podido encontrar trabajo, me dicen que vaya mañana, y luego me la hacen de tos.
  • ¡Ve a ver al “Charrito”, él te puede meter de policía!
  • ¡De policía! No mames, yo maldigo a mi jefe que me hizo tan chaparro, no creo que haya uniformes de mi talla, además se han soltado muchos ladrones. ¿Qué tal si me matan?
  • En una parte estaría bien, porque mueres como un héroe, cumpliendo con tu deber y yo recibiría una indemnización, para mantener a tus hijos, que parecen pirañas cuando comen.
  • ¡Voy a ver “Al Charrito”!
  • No te tardes “Pancho”, porque me cae que te voy a sacar de las greñas de la cantina y les miento la madre a todos tus amigotes

“El Chaflán” se salió de su casa cabizbajo, fue a la casa del “Charrito” 

  • Buenas tardes señora, ¿no está “El Charrito”?
  • Está durmiendo, como trabaja 24 por 36, hasta pasado mañana despierta, pero le voy a decir que lo vino usted a buscar.

“Pancho” se fue a la cantina, dándole vueltas sus ideas, que chocaban entre sí, apendejándolo más de lo que estaba, sin encontrar una solución. Le dijo al cantinero:

  • Sírveme una jarra de 2 litros de pulque, luego te los pago.

El cantinero sabía la situación del “Chaflán”, como padre cariñoso, como amigo fiel, se le acercó para darle un consejo, aunque pudo ser peligroso, el sacar a un pendejo de su ignorancia es matarlo.

  • ¿Qué te pasa “Panchito”? Te veo triste y agüitado.
  • ¡Lo de siempre carnal, no me faltan los problemas con mi vieja, cada día se me pone al brinco, no sé qué la anima, un día le voy apretar el pescuezo, nada le hace que me metan al bote, por burricídio.
  • ¿No has encontrado trabajo?
  • ¡No! Por estar pinche enano no me dan trabajo, ni en la mina, dicen que me vaya a caer en un hoyo, o que me van a dar en la madre los mineros, confundiéndome con un duende, estoy tan desesperado que me dan ganas de meterme a un circo, pero estoy tan salado, que me vaya a pisar un elefante!
  • ¿Por qué no le pides chamba de nuevo a tu suegra en la tienda?
  • ¡Pinche vieja! Le anda poniendo con un mono, y para que no le diga nada a su hija, me acusó de peculado, pero pasado mañana voy a ver al “Charrito” cuando se levante, le voy a decir que me meta de policía!
  • Yo te aconsejo que no te metas al círculo policiaco, allá te echan a perder, son remordelones. Yo te doy trabajo de lavavasos, el sueldo es poco, de una vez te lo digo, luego no quieras Seguro Social, reparto de utilidades, vacaciones, semana de 40 horas y vayas a formar un sindicato!
  • ¿Cuánto me pagarías?
  • 100 pesos al día, tu pulque y unas memelas con frijoles.
  • ¡No carnal, gracias! ¿Y mi vieja y mis hijos, qué?
  • Mira, ahí viene mi compadre Alfonso, te voy a presentar con él. Siéntate y te disparo otra jarra de pulmón.

El cantinero le presentó a su compadre:

  • Mira compadre, este señor es mi amigo, se llama Francisco es el famoso “Chaflán”, como no encuentra chamba, tú lo puedes ayudar.
  • ¡Hijole compadre! Está muy chaparro, no creo que aguante el bote de mezcla, o se vaya a caer del andamio y me lo cobren como nuevo.

“El Chaflán” se sintió con valor y le dijo:

  • ¡Mire, maestro! Así como me ve de enano, para la chamba soy bien entrón, usted póngame a prueba y no juzgue antes de ver.

El maestro Alfonso, era contratista de una obra que estaba en el Parque Hidalgo, era un borrachín común y corriente, igualito a todos los maestros albañiles, que no le pagaba a su gente y como estaba grandote, no le hacían nada.

  • ¡Está bien! A ver si como roncas duermes, mañana te espero a las 6 de la mañana!
  • Ya dijo, maestro, voy a estar a esa hora como charrasca de zapatero, ya me voy a dormir, para despertar temprano.

Llegó a su casa muy contento y un poco atarantado, le dijo a su vieja:

  • ¡Me preparas un buen itacate, mañana entro a trabajar!

Al día siguiente a las 5 y media de la mañana, estuvo esperando a don Alfonso, se quedaron de ver afuera de la cantina, en el barrio del “Mosco”, pero no llegó, no quiso regresar a su casa, sería un fracaso más y sobre todo escuchar el sermón de su vieja, decidió bajarse al mercado, como dice el dicho: “perro que no sale a la calle, no encuentra hueso” anduvo dando vueltas por el reloj como mujer mala, y como era mediodía se comió sus tacos, estaban picosos, se metió a la cantina, encontró a sus cuates y se siguió de filo. Llegó hasta las chanclas y encontró a su vieja con el diablo adentro, le dijo.

  • ¡Ya me llenaste el buche de piedritas!

Le dio a todos sus hijos y atrancó la puerta. Ahora el “Chaflán” anda buscando trabajo y una guardería.

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