Letras y Memorias

Cosmonauta de un sueño. Vol. III

Bitácora del viajero: Dicen los locales que otro ciclo empezó en este planeta, dicen también que se trata de un año nuevo, literalmente nuevo si se toma en cuenta la decadencia que vivieron en los últimos meses lunares. 

Hubo estallidos furiosos en ese lapso en el que se estaba dando el cambio de día y, por ende, de año. No termino de entender esa primitiva tradición de lanzar balas al aire y generar mucho estruendo; es como si los lugareños asumieran que a mayor ruido, mejor será la fortuna que tengan en lo que ahora llaman “El 2021”.  

Tumbado en una cama y con dolores mortales en el abdomen, veía hacia el infinito, buscando mi hogar más allá de este tejado, más allá del cielo nublado de Dasha 17-X, añorando tomar el deslizador plateado para desaparecer entre las estrellas y ver desde la inmensidad lo pequeño que es el mundo que hoy me acoge. 

En el delirio sufrido mientras el dolor me mantenía semi despierto, con mucha claridad escuchaba los ecos de este mundo y sus deseos de mejores días y mayor amor en las rutinas. Los lugareños pedían a su dios que les concediera más vida y salud para poder trabajar y verse en mejores condiciones, pero unidos como esa gran especie que pondera tanto el valor de la familia.

Ahí estaba, tumbado en un huequito mágico de Dasha 17-X, cansado de un viaje muy pesado, que me había llevado por cráteres lunares y bosques espesos y húmedos; anonadado por los escenarios vividos en donde la furia del hombre contra el hombre cobraba vidas, ilusionado porque cada día final del 2020, me ponía en la ruta en que quería estar para el 2021: cerca de mi hogar, o haciendo de algún nuevo espacio, la casa del cosmonauta que a veces juega a escribir.

Sin el traje espacial recorrí de nueva cuenta esos lugares vistos desde mi aterrizaje meses atrás, y noté que cada sitio visto tenía magia nueva mientras esperaba una renovación total luego de la terrible pandemia que les ha azotado y que, espero jamás se replique ni aquí ni en otros mundos. Todos los sitios y todos los rostros son magia, si sabes verlos de forma adecuada.

Hay magia cósmica en esa señora tejiendo sobre una banqueta, aún cuando el frío o el calor le hacen mella en la piel y la mirada. Hay magia en los niños jugando con un trozo de pelota que apenas y bota, pero que les marca las sonrisas que muchos más ya no podrán esbozar. Y sobre todo, hay magia cósmica en las voces que te brindan deseos buenos, que te dan bendiciones mientras te despides de ellos y, que te sonríen mientras te mandan de regreso a casa con un abrazo y las manos agitándose en el viento.

Dasha 17-X me ha mostrado los peores escenarios que he visto en mi corta aventura espacial, pero al mismo tiempo, me ha enseñado que ni todo lo malo que exista en un planeta, superará los actos de amor y bondad que se vean en los rincones menos esperados, porque así es como se fabrican los milagros de verdad.

¡Hasta la próxima bitácora!

Postdata: Sigo usando mi cubreboca a dondequiera que vaya, se ha vuelto costumbre y combina bien con el traje espacial. ¡Usted úselo también! 

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