El Faro

Recuérdame

Me va a perdonar quien esté del otro lado de estas letras, que vuelva nuevamente a tocar el tema del recuerdo y de la memoria. Ya lo había hecho en otras columnas y es muy probable que el tema vuelva a aparecer en otros espacios más adelante, ya que vivimos en una sociedad dada al olvido fácil y planeado. 

Todos nosotros durante el año pasado hemos tenido un familiar o un ser querido que ha muerto en diferentes circunstancias. El cuchillo frío que se clavó en nuestras entrañas perdura calladamente en nuestro interior. Creemos que puede haber dos maneras para conseguir que sus vidas adquieran sentido, incluso después de la muerte.

La primera de ellas es mediante el recuerdo. Prácticamente todos hemos visto la película Coco. Cuando vemos escrita la palabra que titula esta columna nos viene a la cabeza la melodía que la acompaña en el film. La petición de los muertos a los vivos es que no cese el recuerdo. Es una manera de pervivir. La misma idea aparece en textos de Juan Rulfo, de Miguel de Unamuno o en Hamlet o en el Don Juan Tenorio, por ejemplo.

Recordar es una palabra que procede del latín y que significa volver a encorazonar. El corazón es sinónimo de sede de lo más profundo, de los sentimientos, de lo entrañable. Recordar es, pues, volver a sentir desde lo más profundo a alguien muy querido. De esta manera no se pierden las huellas que la persona difunta dejó en vida. Todas las vidas pueden tener este efecto.

La segunda manera de dar sentido a estas vidas tras la muerte es mediante la propia biografía. Continuamos con las huellas que los demás dejan en nosotros. El ser humano estructuralmente es relacional, es decir, necesita de los demás. Esta necesidad, que se deriva de la propia vulnerabilidad, nos construye de una manera u otra, según las influencias y el entorno. Vivimos, pues, de la herencia que los demás dejan en nosotros.

Los que permanecemos vivos podemos ayudar a nuestros seres queridos a pervivir intentando ser nosotros la mejor versión de nosotros mismos incluyendo la riqueza vital que nuestros queridos nos aportaron. Es un homenaje constante hecho carne. La biografía es, literalmente, la escritura de la vida. Capítulo imprescindible en nuestras vidas son quienes nos quisieron a quienes queremos. Un ejemplo literario más reciente que los citados más arriba es la novela de Héctor Abad Faciolince titulada El recuerdo que seremos. Su presencia en nosotros nos mejora.

A comienzos de año solemos hacer propósitos que, pensamos, nos mejoran. ¿No será también muy bueno que nos propongamos el recuerdo como encorazonamiento y como biografía no solo para el 2021 sino para toda nuestra vida? ¿No será esta una manera diferente y profunda de celebrar la vida junto con los que nos precedieron?

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