Home Nuestra Palabra Miguel Rosales La producción de la vida…

La producción de la vida…

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Llegar al final de la jornada vital, sin remordimientos, sin prisas, con muchas esperanzas cumplidas, aunque aún con decenas de propósitos en la maleta de los sueños; quizá el final deseado aunque jamás planeado; la vida nos coloca en el umbral de la muerte, en donde todo termina comenzando, pero también en donde todo comienza con un final; tememos pero esperamos; y por ello quizá nos reímos en vida de nuestro holocausto finito.

 

 

Muchos de nuestros viejos ya se han ido, su recuerdo poco a poco se desvanece, sus rostros parecen masas difusas, y la evocación de sus actos se morirá con la generación siguiente, al igual que la tumba perdida en el abandono; nada es para siempre, y aunque nunca se habla del final, éste vive cada día con nosotros, y con el tiempo, se convierte en lo único cierto, la verdad que no podremos eludir.

 

Con los años hemos cambiado de piel miles de veces; no tardará en agotarse la producción de la vida y nuestros órganos se negarán a trabajar; la memoria sufrirá un colapso por la suspensión de funciones esenciales; nuestra mente se declarará en huelga y entonces se producirá un vacio de pensamientos que nos puede llevar a la insolvencia de ideas; algunos vegetarán antes de llegar al drama final; otros han convertido su vida en un drama de soledad.

 

El reloj no detiene sus manecillas, aunque a veces da la sensación de que avanza aceleradamente, pues ayer apenas estábamos brindando por el año nuevo, y hoy casi se termina el primer círculo de los doce que consta nuestra particular comedia que para muchos ha dejado de ser divina.

 

Un mes más, un mes menos; la óptica de ello la determina nuestro reloj biológico; el timbre de salida en cualquier momento puede tocar y nuestra producción de vida se acabará.

 

Al acabar la función algunos recibirán muchos aplausos, otros será abucheados, pero al final, los unos y los otros, como en el ajedrez, todas las piezas juntas se irán a la misma caja; por ello es que no tiene sentido la discriminación, no es concebible el racismo; la etiqueta solo determinó el estatus social que de nada sirve ante la muerte, para ellas seremos iguales, echándole tierra a la estúpida vanidad del ser humano.

 

Nuestra producción se detendrá, pero nuevos trabajadores vendrán a continuar los trabajos pendientes; entonces, hagamos la parte que nos corresponde y que el mundo siga rodando.

 

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está

 

L.D. MIGUEL:.ROSALES:.PÉREZ:.