QUE NO SE ME OLVIDE
Conforme pasan los días
voy pensando en la vida,
que vivir no es otra cosa
que impedir que se nos borren
los recuerdos de los años
del camino recorrido,
que nos dicen y nos gritan
que no vivimos de balde.
Y en letanía de trigo
le pido al Señor del viento,
que nunca pierda en el alma
el recuerdo de mi madre,
de sus ojos todos noche,
de su mirada de luna,
de sus palabras de plata
que los del pueblo buscaban;
luz en veredas oscuras,
estrella del nacimiento
que seguían como evangelio…
Que su carita amorosa
siga aquí siempre presente,
corazón de mi sendero
que yo guardo desde niño,
y va latiendo en mi vida
y miro todas las horas
en el rostro de mis hijos…
Que el recuerdo de mi padre
siempre fuerte, siempre noble,
campesino de cometas,
sembrador de peces verdes,
pastor de patos de hierro,
tierno con surcos de estrellas,
profeta de mi laguna,
esté siempre con nosotros
como ejemplo de grandeza,
imperturbable ante el tiempo,
recuerdo que canta vida
siempre presente en la mesa
en la liturgia sagrada
de la bendición del pan…
Que no se pierda el recuerdo
del repique de campanas
de mi iglesia cuando niño,
donde mi madre en las tardes
me enseñó a rezar confiado
el Ave María y Padre Nuestro,
que en esta hora de pena
es camino de consuelo…
Que siempre vaya conmigo
la tarde en aquella fuente
que me encontré con los ojos
hermosos de esa muchacha,
que hoy es mi esposa querida
y con el paso del tiempo
cada día la veo más bella…
Que los recuerdos felices
de mis hijos nunca pasen,
porque ellos me dan raíces
para ser árbol y bosque,
y entender que sigo vivo
en sus ojos y sus risas
y que aunque la vida pase
estaré viendo la vida
en mis hijos por siempre…
Que no me olvide de nada
de la historia de mi vida…