ALFIL NEGRO

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A SOLAS 

Conforme pasan los años

van creciendo los recuerdos

que nos atan a la vida

y a los años vividos,

y al final con muchos años

son más recuerdos que vida.

Y a veces en el silencio,

recordamos el momento

en que unos ojos de cielo

nos miraron y amaron,

y luego pasado el tiempo

somos camino y sendero;

ella siempre, siempre hermosa

caminando a nuestro lado,

corazón de latido fuerte

en las horas de alegría,

y corazón todo hierro

en las horas de amargura… 

Cada tarde vuelve tierno

el día que nacen los hijos,

cuando estrenamos alegres

nuestro salmo de contento,

y le dijimos al padre,

al Señor de nuestras horas

que nada pudo ser más bello

que mirar nuestros pequeños;

manitas de nubes blancas,

sueños que apenas inician, 

risas de cristal y luna,

vida nuestra en una cuna,

sonajas como huapango, 

vocecitas que se anidan

como el recuerdo más bello… 

Y a solas siempre duele

recordar al hijo ido,

que una tarde toda suero

se nos fue así de repente,

y sentimos cada año

como crece en el recuerdo,

aunque en el alma lo vemos

siempre niño siempre alegre,

con su carrito jugando

a esconderse de nosotros.

Y que aunque pase la vida

siempre lo estamos buscando

hasta que llegue la hora

en que al fin nos encontremos… 

Cuando se tienen recuerdos

es signo de haber vivido,

de recordar a los padres,

a los tíos que se han marchado,

a maestros y amigos,

compañeros de la escuela,

amigos que conocimos

y que son sólo recuerdos.

Cuando tengamos anclados

tantos recuerdos vividos,

y cuando a fuerza de verlos

sean más que la vida misma,

quizá nos llegue el momento 

de entender con alegría, 

que por fin llegó el momento

de que como siempre pasa,

seamos para nuestra historia

seguro para los hijos,

los hermanos y amigos,

sólo un recuerdo muy breve

que se borra y se diluye 

conforme los años pasen.