El Ágora

El Honor y el manejo de las emociones

  • Para Carlos Licona, mi querido hermano, de quien he aprendido esto.

La palabra samurái se emplea para reconocer a un reducido grupo de combatientes de élite del antiguo Japón. Estos legendarios guerreros lucharon por mantener vivas las enseñanzas y la sabiduría transmitida de generación en generación. Así, el auténtico significado de samurái es “el que sirve”,  por lo que estos debían cumplir con un estricto código moral y de conducta llamado “Bushido”, igualmente conocido como “el Camino del Guerrero”, esto es, la norma que regía su vida y su actuar. 

Existe una leyenda japonesa en la que un grupo de cuarenta y siete guerreros se vieron obligados a convertirse en Ronin, es decir, aquellos samuráis que se quedaban sin amo, despúes de que su señor se quitó la vida en un acto de “seppuku” (suicidio), ya que había agredido a un alto funcionario del gobierno y, por tanto, se vio orillado a hacerlo. Al quedarse sin líder, los samurai carecían de propósito, por lo que decidieron vengar la muerte de su “daimyo” con el asesinato del alto mando que había provocado la terrible circunstancia. Cuando esto sucedió, los cuarenta y siete ronin se entregaron voluntariamente a la justicia y, posteriormente, fueron sentenciados a quitarse la vida.

Esta historia representa lo que verdaderamente es un Samurái, guerreros que eran guiados por los valores que componen el “Bishudo”; justicia, valor, lealtad y honor. 

En ese sentido, considero que la historia y sobre todo el código moral de los Samurái, constituyen una fuente de gran aprendizaje para el desarrollo de cada persona, tanto en lo individual como en lo colectivo. Así, el honor implica la rectitud en nuestro carácter y en nuestras acciones, el saber apegarnos al propio código moral. Honrar la palabra y la conducta. Ser personas íntegras, que hagan lo correcto, sin necesidad de que alguien les esté viendo. 

En contraste, pareciera cada vez más difícil encontrar hombres y mujeres de honor, gente de una sola pieza, con la que se pueda contar en todo momento. Creo, desde luego, que la fraternidad universal y la solidaridad entre los pueblos tiene que ver mucho con ello. Después de todo, no puede uno ser auténticamente libre, si no es capaz de hacer frente a los propios actos. 

Por eso, la historia de los samurái nos enseña la importancia de mantenerse firme en las convicciones y luchar por lo que uno cree, pero siempre apegado a una serie de reglas que distinguen y conceden elementos para elegir entre lo bueno y lo malo, la luz y la oscuridad. 

Finalmente, en cuanto al manejo de las emociones, siempre he considerado el valor de la “serenidad” como un elemento de vital importancia. ¿De qué serviría tener ideas y principios aparentemente claros, cuando ante las tribulaciones de la vida no podemos siquiera mantener la calma? Entonces, el temple y la calma nos habrán de orientar a la buena toma de decisiones.  

Así, la serenidad se convierte en el camino por el que debemos transitar con confianza, pues ninguna persona puede alcanzar la luz con un corazón permanentemente agobiado. 

*Abogado y profesor del Tecnológico de Monterrey

Twitter: @GerardoVela

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