Pido la palabra

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¿Cómo es nuestra democracia?

¿Democracia ineficaz, democracia en crisis o solamente democracia en problemas? Bien vale la pena contestarnos esa pregunta, y en su caso, que la respuesta pueda llevar una solución correctiva. Esta pregunta viene a razón de que quienes deberían estar al frente en la lucha por la democracia, los Partidos Políticos, desde hace mucho tiempo se encuentran dormidos algunos, perdidos otros, aunque también identifico a los que inevitablemente se encaminan a representar el paradigma de la antidemocracia.

Los tiempos turbulentos por los que atravesamos debería llevar a los Partidos a una reflexión interna; sacudirse a los lastres que tanto daño les han hecho; eliminar las prácticas antidemocráticas en sus procesos de selección interna de candidatos; evitar esas viejas estrategias de la confrontación, la mentira y el chantaje, cuyas prácticas está a muchos años luz de los valores y principios que la sociedad exige.

Los Partidos Políticos están atrapados, y lo peor, en sus propias redes; están atrapados en sus incongruencias, están atrapados en sus mesianismos, están atrapado en su carencia de talento para definir una nueva postura que los lleve a ser auténticos protagonistas de las causas sociales; su causa actual es el poder por el poder mismo; definitivamente, están atrapados en la demagogia de su discurso, pues ya a nadie convence la vieja oratoria de que sus acciones son para resolver los grandes problemas nacionales.

¿Cómo van a resolver esos grandes problemas nacionales cuando no pueden resolver ni siquiera sus diferencias internas?; ya sé, todos dirán que “¿cuáles diferencias?”, que “son situaciones normales en un partido democrático”, que “se privilegia la pluralidad en el pensamiento”, que… explicaciones de todos los colores y sabores, pero al final, no pueden ocultar lo inocultable: empiezan a desvanecerse en el horizonte político como un recurso efectivo de representación social.

El problema está en que, si de facto desaparecen, ese vacío sería llenado por liderazgos populistas.

Tan entrampados se encuentran en este momento que no saben qué camino tomar, “ser o no ser, esa es la cuestión”; ser de los moderados y negociadores, o seguir en su línea de la confrontación.

Su vigencia es directamente proporcional a su capacidad para establecer y abrir los suficientes canales de comunicación con la sociedad; de ir más allá de sus propios límites y rebasar sus discusiones internas para escuchar, sentir, interpretar y sobre todo representar con legitimidad al pueblo, al electorado que decidirá con su voto, su permanencia y fuerza como Partido. 

Entendemos que un Partido debe ser la respuesta a la necesidad de construir una alternativa viable que resuelva en términos pacíficos el ejercicio del poder por la razón y las ideas, debe ser la respuesta indispensable para dar paso a la paz social y a la estabilidad política, estableciendo los factores determinantes para unificar y orientar hacia el desarrollo del País.  Su propósito fundamental, debe ser el de otorgar vigencia a las instituciones e instaurar la democracia en el marco de un acuerdo social que propicie la convivencia armónica y civilizada.

Es preciso que hagamos una reflexión de lo que ha sucedido en los últimos dos años, tiempo en que nuestro México se empezó a convulsionar, pero también, tiempo en que ningún Partido Político ha reaccionado con la fuerza que los mexicanos esperamos y necesitamos, y por ello, tiempo en que no han demostrado ser la alternativa real de poder en un sistema plural.

La sociedad se siente traicionada e incluso, en las recientes elecciones en el Estado de Hidalgo, aún me queda la duda si el electorado votó a favor de un Partido, o bien, su voto fue en contra del que ya se sentía ganador.

Se acercan los procesos electorales del 2021, y estoy seguro que en sus respectivas campañas todos los candidatos se comprometerán hasta de lo imposible con tal de ganar la simpatía de los ciudadanos, pero lo más recomendable para ellos es que se olviden de ofrecernos ilusiones que no podrán cumplir; el futuro es aquí y ahora.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.