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Confianza, autoridad moral y justos por pecadores 

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¡QUÉ MÁS!

Se ganan con el tiempo, las acciones de gobierno y la congruencia, no son un asunto de relaciones públicas. 

 

Vicente Fox tuvo una oportunidad de forjar un pacto ciudadano consistente en pedir a la sociedad más recursos para la construcción de un país moderno, a cambio de un gobierno republicano, transparente, responsable y el fin del clientelismo priísta. No supo o no quiso llevarlo a cabo. 

Enrique Peña Nieto logró un pacto por México cupular y altamente exitoso para la aprobación de importantes reformas estructurales cuyos beneficios son de largo plazo. Por ello merece un gran reconocimiento. 

No obstante, hoy es clara la animadversión que ha generado el gobierno del Presidente en amplios segmentos de la opinión no publicada y pública. En buena parte, este rechazo está relacionado con la falta de un pacto con la ciudadanía. Se está pidiendo mucha mayor contribución al gasto público pero el ciudadano promedio percibe poca voluntad republicana, más déficit y deuda, un creciente gasto público, actos frecuentes de corrupción y un renacimiento feroz del clientelismo y la extorsión de movimientos sociales que bloquean calles, amedrentan ciudadanos y negocios, dejan a millones de niños sin educación, a ciudades enteras sin comunicaciones, a destinos turísticos sin actividad económica ni empleos y reciben, de Bucareli, sendos cheques para que en pocas semanas regresen por otro pago. Pagan justos por pecadores. 

El pacto con la ciudadanía requiere de confianza, pero sobre todo de autoridad moral. Autoridad para pedir un esfuerzo mayor, a sabiendas que los recursos van a ser parsimoniosamente gastados. Sin Suburbans, ni aviones privados, ni ejércitos de ayudantes, ni remuneraciones exageradas, ni crecimiento de la burocracia, ni publicidad, ni dispendio de gobernadores, presidentes municipales y partidos, ni multiplicación de órganos autónomos, dependientes, descentralizados de todo tipo. 

El gobierno tomó la decisión en 2013 de, al mismo tiempo, apretar la fiscalización e impulsar una reforma fiscal recaudatoria. El creciente activismo del SAT, en general bastante positivo, para asegurar que los que deben paguen, cuenta ahora con instrumentos para descubrir y perseguir evasores. 

Ha tomado una posición radical en materia de devolución de impuestos, en especial de IVA, con serios impactos de flujo de caja para muchas empresas que han tenido que dejar de invertir y compensar a sus trabajadores. La dilación en el reembolso del IVA es un ejemplo más en que pagan justos por pecadores: en lugar de meter a la cárcel a quienes defraudan IVA, se retienen reembolsos hasta que se pruebe que todos los proveedores están al corriente de sus impuestos. Estas acciones pueden ser benéficas en el mediano plazo, pero el impacto en el corto en capital de trabajo y crecimiento es enorme. 

La reforma fiscal, por su parte, no se caracterizó sólo por ser recaudadora, pero incompleta e insuficiente, sino que se presentó en términos de lucha de clases y se vilipendió a todos los grandes contribuyentes, sin distinción de los que sí pagan. 
La reforma fiscal y el apretón del SAT abonaron el terreno para el descontento, que se acrecentó con la cobertura sobre conflictos de interés, corrupción, violaciones de derechos humanos, Ayotzinapa, vandalismo extorsionador, crecimiento menor al esperado y pasmo del gobierno. 

La confianza y la autoridad moral para pedir un mayor esfuerzo e inversión se ganan con el tiempo, las acciones de gobierno y la congruencia. No son un asunto de relaciones públicas, sino de eficacia en la acción pública, en la cabal implementación de las reformas estructurales y asegurar que la economía no caiga en una zona de vulnerabilidad fiscal y financiera en un mundo convulso e incierto. 

Se ganan también cambiando la fórmula política instaurada de tal suerte que no paguen justos por pecadores, sino que se asegure que tributen los que no pagan, que se encarcele a los que roban, que no se premie a los que extorsionan, que se apriete el cinturón la clase política antes de pedir que lo haga la sociedad. En cuatro años se conocerá el acervo acumulado de autoridad moral. 
Comentarios: @eledece