UN INFIERNO BONITO

“EL ALBAÑIL”

Jerónimo Hernández, conocido como “El Jero” era un maestro de la cuchara, realizaba cualquier tipo de construcción, incluyendo edificios modernos. Su ayudante era “El Pato” así le decían porque siempre andaba en el agua; formaban la pareja atómica, para tomar pulque.

A la vieja del “Pato” le decían la  “Chilindrina” era  prima de la mujer del “Jero”, las dos formaban el triángulo de las trompudas. Una vez fueron  contratados por doña “Tila” para que le hicieran una barda, como estaban jodidos, a pesar de que la señora era muy coda, tuvieron que hacerle la chamba.

  • Órale pinche “Patito”, haz la mezcla para que de un madrazo nos echemos el trabajo, ponle tres bultos de cemento, un buen de arena, dos de cal y te mueves como anoche; mientras yo hago los castillos.

Se pusieron a trabajar a todo lo que daban, hasta que le dijo “El Pato”:

  • Ven “Jero” se me pasó agua.
  • Pinche pendejo, la mezcla quedó más aguada que tu hermana, lo bueno es que hace calor y se seca rápido, mientras vamos a la cantina a echarnos un pulque,  ya me dio sed.

La señora “Tila” quien sabía por las buenas lenguas que eran muy huevones, los alcanzó en la puerta y les preguntó:

  • ¿Ya terminaron maestros?
  • ¡Vamos a echarnos un taco, en un momento regresamos, y verá como su barda va a quedar más fuerte que el Muro de Berlín!

Eran las 9 de la mañana, cuando se salieron a la cantina, ahí encontraron a unos cuates y comenzaron a tomar, pasó el tiempo y eran las 9 de la noche, le dijo “El Pato”:

  • ¡Vamos a ver si ya se la mezcla quedó en su punto, para trabajar duro!
  • ¡Ya dijiste, carnal!

Salieron abrazados para no caerse, iban cabeza con cabeza, un paso adelante y otro para atrás, así llegaron a la casa de la señora “Tila” que estaba como agua para pelar pollos, por haberle dejado el trabajo tirado, tocaron y les dijo desde la puerta:

  • ¿Qué es lo que quieren?
  • ¡Ya venimos, vamos a trabajar!
  • Ya ni hubieran venido, la mezcla se hizo piedra, ¡mejor váyanse a ver a su madre!

Les aventó la herramienta y les dijo sus cosas, el “Jero” le contestó:

  • Pinche vieja delicada, por eso México está como está, con tanta desgraciada, primero nos da y luego nos quita el trabajo, vámonos carnal, pero me cae que me voy a ir a quejar con el Presidente del Empleo.

Decidieron regresar a la cantina, no les abrieron porque era noche y cada quien se fue para su casa, al día siguiente, muy temprano, tocaron la puerta de la casa del “Jero”. Era el nieto del dueño de la vecindad.

  • Buenos días señora, ¿se encuentra su esposo? Me manda mi abuelito, dice que le urge que le haga un trabajo ¿Cree que tenga tiempo de hacerlo?
  • ¡Claro que sí, en un momento le hablo!

Jerónimo reposaba de una cruda marca diablo, roncaba con el hocico abierto, y le escurría la baba por los lados, la señora se le acercó y le dijo moviéndolo:

  • ¡Viejo, viejo, despierta!

“El Jero” se enderezó espantado, se quedó mirando a su vieja, limpiándose los ojos.

  • ¿Qué pasa?
  • Te hablan, que quieren un trabajo.

Eso le cayó al maestro como un martillazo a media cabeza, y regaño a su vieja.

  • ¡Me carga la chingada, diles que vengan después de almorzar, estas mirando la procesión y no te hincas, en lugar de que me despiertes con una cerveza en la mano, me espantas con que quieren un trabajo. Te andas jugando el cuero, un día que lo vuelvas hacer te voy a partir la madre.

La señora, enojada, le quitó las cobijas y lo levantó de las greñas, de mal humor, el albañil fue hablar con Jorgito, el nieto de don Molina.

  • Dile a tu abuelo, que soy un maestro de los de primera, tengo título y diplomas, y si me manda a pintar un cuartucho, con mucho gusto le hago la chamba, pero me tiene que dar por adelantado por lo menos 100 pesos.
  • Yo se los doy, no se preocupe, pero el trabajo debe de quedar listo para mañana temprano.

El maestro Jerónimo, fue por su ayudante “El Pato”, que vivía a unas vecindades más arriba, lo despertó, fueron a ver el trabajo, luego compraron un cartón de cervezas, unas gordas, y se la curaron, como se picaron fue “El Pato” a la cantina por 20 litros de pulque, en esos momentos llegó “La Chilindrina”, la mujer del “Pato” a la casa de la “Bola”:

  • ¿Qué pasó manita?
  • Pásale, vamos a echarnos unos frijolitos y luego vamos a ver a nuestros viejos, que les ha de estar sudando la cola de tanto trabajo.
  • ¡Que bueno que encontraron chamba! Ya me las estoy viendo negras, no tenemos que comer.
  • ¡Estamos iguanas ranas, estos frijoles son los de anteayer, nada más que los recalenté!

Poco después, cuando terminaron de almorzar, le dijo “la Bola”:

  • ¡Vamos a ver si ya terminaron, están trabajando al fondo de la vecindad!

Cuando llegaron las mujeres, no escucharon ruido, entraron al cuarto y encontraron a sus maridos, sentados, pareciera que estaban haciendo yoga, “La Bola” les dijo:

  • ¡Ya ni la chingas Jerónimo, me cae que te estás pasando de lanza, son las cuatro de la tarde y todavía no comienzan, acuérdate que te dijeron que el trabajo lo querían para mañana temprano, se va a enojar el señor!
  • ¡Mira vieja, ya me conoces, con presiones no trabajo! La casa está bien madreada, este trabajo es para terminarlo en un mes. Además tú tienes la culpa por engancharme a que le hiciera la chamba.
  • ¡Pinche viejo borracho, como serás cabrón, vales madre!

Le dijo a la “Chilindrina”: 

  • Vamos ayudarles manita, sino para qué quieres que el dueño de la vecindad, de coraje, nos corra, ya le debemos varios meses de renta.

Las señoras prepararon el yeso, la mezcla y con las manos comenzaron a resanar los agujeros, mientras “El Pato” y “El Jero” decían salud. Las señoras les quitaron el chupe y les dijeron que no les daban hasta que terminaran y así, los cuatro acabaron de resanar y pintar un cuarto a las 3 de la mañana, Al día siguiente, fue el dueño a revisar el trabajo y por poco da el mulazo de coraje, cuando vio sus cochinadas.

  • ¿Qué pasó aquí?
  • ¡Ya terminamos señor, es que las paredes parecían como las de la barandilla, lo estábamos esperando para que nos pague!
  • ¡No les voy a pagar ni madres, me dejaron la casa toda chipotuda, yo les mandé a decir que la aplanaran, por eso les di para el yeso, además la pintura se la echaron sin limpiar la pared!
  • ¡Es que le echamos tirol!
  • ¡Tirol le habían de echar a su madre, lárguense antes de que los demande!

Las mujeres, se enojaron con ellos y de coraje se fueron a la cantina, hasta el día siguiente llegó el maestro Jerónimo, deteniéndose de la pared, la señora le dijo que tenía que hablar con él, el albañil se la mentó y se iba a salir, “La Bola” le dio un aventón y cayó en la cama, para que no se saliera la mujer, quitó el lazo del tendedero y lo amarró, luego con un trapo se lo puso en el hocico, para que no gritara, cerró como la puerta negra y salió a vender sus tamales, a unas cuadras de su casa, como a las 10 de la mañana le fueron a avisar.

  • ¡Señora “Bola”, un coche atropelló a su hija. Se la llevaron al hospital.

La señora, fue corriendo, en el hospital le dijeron que estaba grave la niña. Que la tenían que llevar a México, se fue con ella y ahí estuvo 4 días cuidándola hasta que mejoró, cuando llegaron a Pachuca, dejó a su hija y a paso veloz fue a su casa, se acordó que a su viejo, lo había dejado amarrado.

Lo encontró todo orinado, ensuciado, y nada más meneaba sus ojitos como ratón, la señora, le quito la mordaza y lo desató, le hizo un caldo de pollo, eso revivió al “Jero” que ni hablaba, cuando se paró caminaba como gorila, con los brazos caídos, parece que le pesaban las nalgas.

“El Jero” vio la muerte de cerca y le dio mucho miedo, se la pasaba sentado mirando por la ventana, estaba triste y pálido, unos días después fue a buscarlo “El Pato” para invitarlo a chupar y le contestó en voz baja:

  • No mames, mi vieja quiso matarme, me dejó varios días amarrado,       

me la sentenció que para la otra me deja morir, y tú que vienes de       San Camilo, ya no vuelvo a tomar.

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