Hacer frente al miedo social

Conciencia Ciudadana

 

Somos testigos de conmociones inéditas, que parecen rebasar toda proporción y medida. Guerras, terrorismo, represión, genocidios y desapariciones forzadas han tomado carta de naturalización en la cotidianeidad del contexto actual. Tal parece que amenazan a toda la humanidad, aún sobre quienes, han podido escapar milagrosamente de alguna manera a su flagelo; porque pertenecer a la sociedad moderna es, por definición, vivir con una sensación permanente de inseguridad, soledad, incomprensión y violencia a las que no escapan ni los recién llegados ni los que ya vamos de salida.

En suma, vivimos en una sociedad generadora de angustia, dolor y miedo. Pero la realidad es más sombría de lo que nos imaginamos, porque no solo hemos tenido que convivir con esos viejos flagelos, sino que ellos se han transformado en parte de la estructura del poder contemporáneo actuando como instrumento de control social de manera explícita e intencionada por los grandes centros de poder dominantes; que no están dispuestos a abandonar su preeminencia histórica y de otros que llegan abriéndose el paso mediante el terror y la violencia.

Hoy, los medios informativos nos saturan con las terribles imágenes de los cruentos atentados cometidos en París por los miembros del Estado Islámico sobre inermes víctimas entre las que incluso se encuentran algunos mexicanos. Desafortunadamente, en medio de la indignación y la rabia las voces que pudieran llamar a la cordura son pocas o no se dejan escuchar. El gobierno francés asegura que no tendrá piedad de los asesinos, y los de Europa y los Estados Unidos los secundan en sus planes vengativos. Los ciudadanos franceses, azuzados por los medios de comunicación claman venganza en las plazas y las calles de la Ciudad Luz, las mismas donde en tantas ocasiones han marchado para defender la libertad, la igualdad y la fraternidad humana.

Pero a río revuelto, ganancia de pescadores, pues ni tardos ni perezosos, las élites políticas del mundo entero aprovechan la ocasión para reforzar sus sistemas de seguridad y represión social con el pretexto del peligro que corren sus gobernados, quienes atemorizados por las reales o supuesta amenazas, deciden otorgar su confianza total a gobernantes autoritarios e intolerantes que, aprovechando el miedo social, hacen aprobar por los poderes legislativos estrictas leyes de control a la libertad de expresión, al derecho a la información o de reunión ciudadana. Los encargados de los sistemas policíacos, de inteligencia o las fuerzas armadas van posicionándose en el tablero de las decisiones más importantes de todas las naciones, incluyendo México; porque el miedo, mal consejero, hace que los ciudadanos prefieran la mano dura al diálogo y la ley como medios idóneos de resolución de los problemas.

Al miedo sucede el odio, fomentado cuidadosamente entre la ciudadanía inconsciente con el fin de poner al pueblo en contra de intelectuales y periodistas críticos, luchadores sociales, estudiantes rebeldes o maestros indomables. Vuelve a levantarse entre nosotros el fantasma de la violencia policíaca y el porrismo del pasado, dirigido no solo a aplastar a quienes se oponen a acatar medidas unilaterales y arbitrarias, sino para infundir miedo en una sociedad cada vez más inconforme frente a la intransigencia de los gobernantes.

A pesar de ello, el manejo del miedo como instrumento para el control social poco puede hacer cuando los problemas no se resuelven y la ciudadanía toma conciencia de su capacidad para hacerles frente. Hasta hace poco tiempo la opinión pública era fácilmente engañada, pues la información con la que contaba era escasa y, además, controlada por los poderes públicos a través de los medios masivos de comunicación; pero hoy, las redes públicas han logrado dar un giro de 180 grados a esa circunstancia y a pesar del temor social que aún persiste, grandes sectores de la población, sobre todo las más jóvenes, están más informados que nunca y difícilmente pueden ser engañados.

Se hace, pues, necesario, que la conciencia ciudadana construya una red común contra el miedo y el odio social. No permitamos que nos avasalle la catarata informativa que fomenta y justifica la cerrazón o la represión como únicos caminos para resolver los complejos problemas que vivimos cuya solución reclama la comprensión de los intereses en pugna y el diálogo constructivo. Exijamos la prudencia en quienes deben resolverlos y detengamos la espiral de violencia social que solo conduce a mayor violencia, y cuyo riesgo mayor es no poder detenerla el día de mañana.

Y recuerden que vivos se los llevaron y vivos los queremos no sólo a los estudiantes sino a todos los desaparecidos en nuestro país.

Related posts