LA OFRENDA
Mi niño, por siempre niño,
que un día se marchó por siempre,
nos mira con esos ojos:
grandes, redondos de soles,
y como entonces jugaba
busca un carrito o caballo
para terminar sus juegos,
mientras el lobo lo busca,
el del cuento de la abuela,
y su carita recuerdo
se anida dentro del alma,
porque en su viaje cometa
mucho se llevó de todos,
mucho nos dejó en recuerdos,
que hoy regresan hechos dulces
de la ofrenda que pusimos
con su foto siempre niño,
siempre nuestro, siempre cerca,
nunca lejos, nunca ajeno,
nuestro niño, nuestra ofrenda,
con sus velas y sus frutas
que nos anclan a este cielo
y a esta tierra con su viento
con su luna y con sus calles.
Y busco historias de duendes
para contarle a mi niño,
y canciones de cristales
para que duerma el pequeño
mientras ruedan de mis ojos
lágrimas de lluvia que forman
un riachuelo de recuerdos,
donde naveguen altivos
sus barquitos, cartas tiernas,
de un niño para su padre.
Y la foto de mi madre:
Profeta de nuestra tierra,
que nos mira desde siempre
con sus ojos tan abiertos
a la que extrañan sus nietos,
que no supieron ni oyeron
su voz que suena a Evangelio,
ni los llevó de la mano
para rezar a la virgen
en nuestra vieja capilla,
porque ya no tuvo tiempo,
y en estas fiestas recuerdo
en nuestra ofrenda con nostalgia,
nos abraza y nos bendice,
porque lejos de nosotros
nunca se marchó por siempre;
vive aquí con nosotros,
y llora cuando lloramos,
y canta cuando cantamos…
siempre madre, siempre nuestra.
Y en esta ofrenda de flores
también está nuestro padre:
todo surco, todo trigo,
y le traigo de regalo
las milpas de nuestros campos
los peces de la laguna,
las estrellas de su cielo,
lo fresco de la mañana,
el agua del pozo
que conocía de memoria,
los caminos de ese pueblo
que lo extrañan desde siempre,
y nuestras voces de hijos
que sentimos su presencia
para seguir el camino
y estrenar cada día
su paso de guía de nubes,
su amor por todos nosotros
sus hijos que lo extrañamos…
Hoy pusimos nuestra ofrenda
con las fotos de los padres
con la foto de mi niño.
Y pusimos dulces, frutas,
el sueño de la laguna,
los surcos con sus maizales,
los caminos y encinos
que conocieron mis padres,
y mi esposa cariñosa
las fotos que le enternecen
de sus padres que se fueron,
de su hermano que lo extraña,
y juntos pedimos siempre
que el Señor los guarde y cuide,
y que vivan en nosotros
los recuerdos que tienen vida
y camina con nosotros…
Hoy pusimos nuestra ofrenda.