Opinión de Héctor E. Shamis
- Macri es el primer presidente democrático que no tiene origen Radical ni peronista en casi un siglo
Esta elección viene a resolver un cierto Talón de Aquiles de la democracia argentina. Para muchos, el origen de los recurrentes golpes militares obedecía a que, a partir de la crisis de los treinta, la burguesía no tuvo un partido con chances concretas de ganar. Así, transformó a la institución militar en su partido político. Y como diría Barrington Moore, sin burguesía, “interesada en la democracia” no hay democracia.
Desde aquella contribución de V. O. Key en 1955, el análisis electoral se benefició por el concepto de “elección crítica”. El mismo captura un escenario en el que se produce un masivo realineamiento de las preferencias electorales de la sociedad, una transferencia de votos de un partido a otro que desafía la tendencia histórica. Cristaliza en dichas elecciones una nueva coalición, ya sea por cambios en las agendas, en la demografía, en las reglas de juego o en la conformación del sistema de partidos, entre otros.
O por todos esos factores al mismo tiempo. Una elección es verdaderamente crítica cuando produce cambios hacia el futuro, transformaciones que estructuran un nuevo sistema político. Key, que estudiaba el sur estadounidense de mediados del siglo XX, no sabía que estaba escribiendo sobre la Argentina de 2015. Ocurre que es la primera vez en casi un siglo —99 años— que un presidente democrático no tiene origen Radical ni peronista. Mauricio Macri acaba de hacer historia en muchos sentidos.
Un partido de poco más de una década de existencia llega al poder, el PRO. Qua partido, se constituye en el centro de gravedad del sistema mismo, el gran equilibrador. Dependerá del PRO si su socio de la coalición, la histórica Unión Cívica Radical, seguirá existiendo como tal o será licuada, dada su condición de socio menor. También si esa gran tienda heterogénea y desorganizada —esa identidad fluida que llamamos peronismo— retornará a los principios democráticos con convicción o se quedará en su actual limbo kirchnerista.